Quinta y última entrega de las aventuras de Mikel Iraeta por las Feroe. ¡Te dejo con él!
Bueno, ha costado, pero ya hemos llegado a la recta final de este breve viaje por las Feroe. Espero que hayas guardado algo de energía para esta etapa y que te lo hayas pasado tan bien como yo escribiéndolo. Así que, sin alargarme mucho más, vamos a comenzar ya que durante esta etapa visitaremos varias islas. Primera parada: Kalsoy.
Kalsoy
Para llegar a la isla de Kalsoy es necesario coger un ferri que parte desde la localidad de Klaksvik, situada en la isla de Borðoy, y suele tardar aproximadamente unos 20 minutos en llegar. Una vez en Kalsoy es difícil perderse ya que hay una única carretera que vertebra la isla, por lo que es la única forma de moverse por allí.
Es conveniente llegar a la estación de donde parte el ferri con cierta antelación debido a que no es especialmente amplio y se suele llenar con facilidad. Y lo mismo es aplicable para la vuelta ya que se suelen formar colas para acceder. Los coches van encajando en el ferri como piezas de Tetrix hasta formar una estructura perfectamente organizada con la intención de optimizar el espacio. Por lo que si alguien quiere darle algo de suspense a sus vacaciones puede alquilar un Hummer para moverse por las Feroe, le aseguro que el acceso a Kalsoy en ferri va a ser una fiesta.
Veamos qué es lo que ofrece Kalsoy.
Kópakonan
El principal atractivo de la isla se encuentra al final de la carretera por la que circulamos, pero antes, se puede hacer una parada para visitar la estatua de Kópakonan (GPS 62.335642, -6.762927). La estatua se encuentra en la localidad de Mikladalur, tiene forma de mujer, está fabricada en bronce y acero inoxidable, tiene 2,6 m de alto y pesa 450 kg. Como era de esperar, la estatua está estrechamente relacionada con el imaginario y el folklore feroense y se trata de un icono que simboliza una de las leyendas más célebres de las islas, cuyas consecuencias se extienden hasta el día de hoy.
La leyenda de Kópakonan, cuya traducción sería «mujer foca», cuenta cómo a las focas se las consideraba criaturas cuyo origen provenía de seres humanos que habían elegido buscar la muerte en el mar. No tengo muy claro cómo encaja esto en la teoría de la evolución y probablemente suponga un giro de guión bastante inesperado para Darwin, pero oye, sus mitos/sus reglas. El caso es que una vez al año, estos seres regresaban a la costa, se despojaban de su piel de foca y disfrutaban de su apariencia humana durante una noche divirtiéndose y bailando alrededor del fuego. Durante una de aquellas noches, uno de los habitantes de la aldea, que por lo visto era un pelín voyeur, esperó agazapado entre las rocas de la playa hasta que las focas llegaran. Su sorpresa fue mayúscula al descubrir que el mito era cierto y los seres que habían llegado a la playa parecían igual de humanos que él. El hombre quedó totalmente prendado por la belleza de una de las muchachas, y como probablemente no era muy buen conversador, se le ocurrió que una forma ingeniosa de conseguir una cita era robar la piel de foca de la muchacha en cuestión. Chico con recursos. La muchacha al descubrirlo lo siguió con la intención de recuperar lo que era suyo, no obstante, el hombre no estaba por la labor de dejarla marchar y decidió guardar la piel bajo llave obligándola a quedarse con él. El tiempo transcurrió y la pareja, además de casarse tuvo varios hijos. Lo que Josef Fritzl denominaría «la cita perfecta».
La llave era custodiada a todas horas por el hombre para evitar que la mujer recuperara su piel. Sin embargo, un día mientras faenaba en el mar con sus compañeros se dio cuenta de que se había olvidado la llave en casa. Para cuando volvió descubrió con estupor que sus sospechas se confirmaban y que la mujer había escapado. El hombre no se lo tomó muy bien y comenzó a urdir un plan para vengarse junto a varios aldeanos. De esta forma, planeó acudir a la cueva donde vivían las focas para acabar con su vida. En los cuentos, éste es el momento en el que el narrador da la oportunidad al protagonista vía flashback o «pistas ocultas» de pensarlo mejor y evitar la ejecución de un plan que tiene una pinta horrible. Así que la noche anterior a la ejecución del plan, la mujer se le apareció en sueños para tratar de avisarle, advirtiéndole de que, si esa era su intención, al menos dejara con vida a su marido y sus hijos (marido e hijos versión foca, se entiende). Pero claro, os podéis imaginar el caso que iba a hacer un marido rencoroso y despechado a las advertencias de su exmujer foca. Así que, no contento con acabar con ellos, los llevó a casa con la intención de hacer un buen guiso de foca. Tal vez un poco excesivo (y macabro) esto último, pero hay que reconocerle al chaval que tenía iniciativa. Cuando la mujer foca lo descubrió, ejecutó con maestría eso de «el que avisa no es traidor…» versión feroense vitaminada. Apareció en casa de su ex esposo en forma de troll con ganas de ajustar cuentas y vertió una maldición sobre él y el pueblo de Mikladalur: a partir de ese momento los hombres del pueblo encontrarían su muerte en el mar y en los acantilados de la isla hasta que el número de fallecidos igualase al número de cadáveres que se cobraron durante su asalto a la cueva. Jaque mate.
De esta forma, cada vez que un hombre muere en el mar o se precipita desde alguno de los acantilados se evoca la leyenda de Kópakonan, dando a entender que los humanos aún seguimos pagando nuestra deuda.
Llegar a la estatua no es complicado. Basta con dejar el coche en cualquier lugar que encontréis en Mikladalur y acercaros a pie hasta donde ésta se encuentra. Aquí os muestro una foto de la estatua en su entorno:

Como curiosidad, comentar que la estatua se ha diseñado para aguantar olas de hasta 13 m. Por lo visto, durante el 2015 una ola de 11,5 m impactó sobre ella sin que ésta se inmutara, sin causar daño alguno, por lo que sigue en pie para aquellos que quieran visitarla y conocer algo más de la mitología feroense. La verdad es que empaparte de algo de historia hace que este tipo de visitas sean mucho más atractivas.
Faro de Kallur
La siguiente parada en la visita a Kalsoy es probablemente el principal atractivo de la isla: el faro de Kallur (GPS 62.370107, -6.814007). Para llegar hasta allí, será necesario llegar al pueblo de Trøllanes, lugar de donde parte el sendero que nos llevará hasta el faro. Cerca del inicio hay un pequeño parking al lado de un baño público (62.361896, -6.789189) donde se puede dejar el coche. Avanzando por dicho camino, una vez dejado el baño atrás estaremos en la parte inferior de la colina que nos llevará hasta el faro.
El camino de ida y vuelta hasta el faro puede llevarte unas dos horas en función de lo acostumbrado que estés a andar ladera arriba (es relativamente empinada). No considero que sea una ascensión difícil, y creo es accesible para la gran mayoría de la gente aunque cabe señalar que hay partes donde la pendiente es notable y la hierba densa durante todo el trayecto. No obstante, puedes tomártelo con más o menos calma en función del tiempo del que dispongas, pero no es el sitio ideal para gente que tenga movilidad reducida porque el camino no está adaptad. Durante la ascensión hay dos cosas importantes a tener en cuenta. La primera es que no debes dirigirte hacia el punto más elevado de la isla (conocido como Borgarin). El faro se encuentra a su derecha y observar dicha cima es uno de los principales atractivos que ofrece el faro. Pero no te dirijas hacia allí o la subida se convertirá en un pequeño infierno. Y la segunda es que tengas algo de cuidado y sentido común si el día es lluvioso o está nublado. Es habitual que haya niebla en las inmediaciones del faro y esto hace que el lugar donde acaba la isla no siempre se aprecie con claridad. Dado que hay zonas donde la isla termina de forma abrupta en acantilados de cientos de metros, resulta recomendable evitarlos. Por tanto, estate un poco atento y evita pegarte mucho al borde para evitar sustos. Así mismo, es recomendable llevar buen calzado para que la ascensión sea más cómoda, sobre todo en su parte final. El recorrido tiene la siguiente forma:


Y así llegaremos hasta el faro. Ahora empieza la parte más delicada. Para obtener la foto más espectacular deberás seguir un sendero que une el faro con un pequeño montículo que se encuentra un poco más adelante. Si llegas hasta allí y te das la vuelta obtendrás una vista absolutamente espectacular del entorno. Ahora bien, conviene mencionar que llegar hasta allí puede resultar delicado. El sendero es verdaderamente estrecho, hasta el punto que será difícil que os quepan los dos pies en paralelo (salvo que seáis una geisha). Esto no sería tan crítico si el sendero no estuviera secundado, a ambos lados, por una pendiente que coquetea con la verticalidad y que hará que andar sobre él se asemeje a caminar por el borde de un hacha. Llegados a este punto resulta muy interesante no caerse. Ya pero… ¿y si te caes? – te preguntarás. No te caigas. Se entiende creo.
Con esta advertencia tampoco pretendo alarmar a nadie. Considero que si hace un día despejado, donde la visibilidad es buena y el terreno no está húmedo, no deberíais tener problemas para cruzar. He visto a niños pequeños realizar el trayecto sin problemas con la ayuda de sus padres. Ahora bien, si la visibilidad no es buena y el tiempo no acompaña, y cabe la posibilidad de que puedas quedar expuesto a fuerte viento y lluvia mientras cruzas, me lo pensaría bien antes de avanzar. Si además le tienes algo de respeto a las alturas, puede resultar algo delicado.
No obstante, si te animas a llegar hasta el final y te das la vuelta, podrás disfrutar de imágenes como ésta:

El sitio es un absoluto espectáculo y las vistas son realmente impresionantes. Allí arriba tienes la sensación de estar asomándote al final del mundo y te sientes pequeñito. La formación rocosa que tienes ante ti es colosal. Y cuando digo que es grande me refiero a que es enorme, hasta el punto de que una panorámica es la única forma de captar algo parecido a lo que veis más arriba.
La penitencia de subir el trípode hasta allí arriba cobra sentido en este instante. La panorámica que veis está compuesta por 33 fotografías. Se trata de una panorámica de 11 fotos en las que se ha realizado un bracketing con 2 pasos de sub y sobrexposición, lo que multiplica el número de fotos total por tres. El por qué es necesario realizar un bracketing a plena luz del día es que la luz era muy dura y había grandes diferencias de luminosidad entre unas zonas y otras de la panorámica. Siendo sincero puede que no fuera necesario realizar una panorámica HDR para esta toma, pero no me quería arriesgar, así que realicé todos los tiros y me llevé toda la información a casa asegurándome de que no tenía zonas quemadas por la incidencia del sol.
A partir de aquí, te invito a disfrutar del lugar todo lo que quieras hasta que decidas emprender el camino de vuelta. La siguiente etapa espera.
Viðoy
La isla de Viðoy es la que se encuentra más al norte del archipiélago de las Islas Feroe. Probablemente era la que más se alejaba de mi ruta pero durante el periodo que dediqué a documentarme había una localización que llamó mi atención lo suficiente como para desviarme y dedicar una visita fugaz a esta isla. En ella hay una pequeña localidad de nombre Viðareiði que es el asentamiento más al norte del archipiélago. Allí, hay una pequeña iglesia (62.360220, -6.544119) que puede fardar de estar rodeada de una naturaleza por la que muchas suspirarían. Fue construida en 1892 y las piezas de plata que contiene debieron de ser donadas por el gobierno británico como agradecimiento por rescatar a la tripulación de un barco que naufragó cerca de sus costas.
El acceso no es complicado. Puedes dejar el coche en el pueblo y acercarte a pie hasta su localización sin mayor problema. Una vez allí, puedes escoger el encuadre que más te guste para sacarle partido a la composición que resulta de esta simbiosis tan curiosa entre naturaleza y huella humana. Mi elección fue la siguiente:

En esta composición se aprecia bien la geometría de la iglesia, cosa que no sucede desde todos los ángulos. Además, este encuadre me permite captar parte de la costa y ubicarla junto al mar que era otra de las cosas que tenía en mente. El muro de piedra que rodea la construcción sirve para separar planos y darle algo más de profundidad y la lente angular me permite captar las nubes en las colinas que rodean la localidad. Esas nubes resultan indispensables para darle cierto aire de misterio y convalidan el escenario para cualquier novela de Stephen King. A veces desviarse un poco para permitirse estas licencias es parte de la diversión del viaje, espero que te guste.
Mykines
Mykines era una de las paradas obligatorias en mi viaje a las Feroe. Hay dos formas de llegar a esta isla, vía helicóptero o vía ferri. Ésta última fue mi elección aunque no las tenía todas conmigo, porque el día amaneció bastante cerrado y tenía miedo de que el viaje se cancelara a causa del tiempo (a veces ocurre, por lo que no es recomendable dejar esta excursión para el último día). Por suerte, no fue el caso y pude llegar a la isla sin problemas a pesar del tiempo.
Mykines es una isla curiosa. Se estima que su población actual es de unas 10-11 personas, donde la mayor tiene 81 años y la más joven rondará los 12. Si tenías intención de organizar una rave-party por allí se te va a dar regular. El poblado tiene un total de 40 casas, aunque solo 6 de ellas están habitadas durante todo el año, por lo que resulta un paraíso para los okupas siempre y cuando estén dispuestos a que su actividad de ocio principal sea esquilar ovejas: hay más ovejas que humanos, de hecho, tocan a unas 120 por persona.
En 1909 se construyó el faro de Mykinesholmur y un puente colgante que conecta un islote adyacente con la isla principal. De hecho, uno de los atractivos de la isla es realizar el trayecto que te lleva hasta el faro ida y vuelta, que puede llevarte de 4 a 6 horas según lo que quieras entretenerte por el camino. No obstante, es con buen tiempo cuando más se disfruta y el día no pintaba bien. La niebla era tan densa que casi se podía masticar, hacia bastante frío y el clima oscilaba entre húmedo y lluvioso. Mala pinta ¿verdad? Pues hay veces que uno tiene suerte y la fortuna le sonríe. El tiempo no mejoró, pero el día sí que lo hizo, principalmente por 2 razones.
La primera es que tuve la suerte de conocer a Canelle Gamard durante mi viaje a Mykines. Canelle es una chica que además de ser una excelente fotógrafa es tan agradable que has de ser realmente torpe para pasártelo mal con ella. Te recomiendo mucho que eches un vistazo a su cuenta de Instagram y a su página web, así no tendrás por qué fiartes de mi palabra y podrás comprobar por vosotros mismos la calidad de su trabajo. Se encontraba de viaje con su familia y la verdad es que hicieron que mi día fuera mucho mejor. Hay veces que uno simplemente tiene suerte.
Y la segunda razón es que tuve la suerte de cumplir el principal objetivo por el que quería visitar la isla de Mykines: fotografiar frailecillos. Los frailecillos (Fratercula Arctica) no son pigmeos con hábito sino que se trata de un ave que habita las frías aguas del océano Atlántico y que suele utilizar las costas del noroeste de Europa hasta el este de Norteamérica para la cría de sus polluelos. La colonia más grande se encuentra en Islandia aunque también pueden encontrarse en otras regiones como las Islas Feroe, Noruega, Groenlandia y varias islas más. Suelen pasar el invierno y otoño en mar abierto para regresar a la costa durante la época de apareamiento en primavera, que es cuando comienzan los avistamientos que se extienden durante los meses de verano. La fisonomía del frailecillo es bastante particular, consta de un cuello gordo y alas y cola cortas. Es divertido verlo maniobrar mientras vuela ya que resulta bastante torpe. Imagina una subasta de aptitudes para mejorar la maniobrabilidad en vuelo donde la puja es feroz para hacerse con el mejor equipamiento. Los halcones luchan por hacerse con lo mejor de lo mejor con azores, águilas y gavilanes. ¿Lo visualizáis? Bien, pues el frailecillo es esa persona que se ha quedado durmiendo la siesta y que para cuando se entera de qué va la fiesta le toca ir al desguace a ver qué es lo que puede hacer con las piezas que sobran. Lo cual hace que puntúe bastante bajo en capacidad aerodinámica pero muy alto en adorabilidad. Porque resulta absolutamente adorable. Yo quiero uno como yerno.

La parte más distintiva del frailecillo probablemente sea el pico que resulta ancho y triangular visto de lado, pero estrecho visto desde arriba. La parte más cercana al pico es de color rojo-anaranjado y la parte más cercana a la cabeza es de color gris oscuro o negro. Ambas partes se ven separadas por una franja amarilla. Parte de las características faciales del frailecillo que afectan a la morfología del pico se desarrollan durante la primavera, durante la época de apareamiento. Tiene una mordida bastante poderosa lo que le supone una ventaja a la hora de pescar en mar abierto tal y como podéis observar en la siguiente foto:

Antes de realizar la visita uno siempre tiene la incertidumbre de si los frailecillos seguirán allí cuando uno vaya y si habrá oportunidad fotografiar alguno. Esta es una pregunta que se contesta sola nada más llegar a la isla y alcanzar el punto a partir del que se inicia el recorrido. Los frailecillos hacen su primera aparición pronto y la verdad es que me resultó bastante sorprendente la cantidad de ellos que había y sobre todo, lo cerca que están del recorrido por el que circulan los humanos. Para que te hagas una idea, había gente que utilizaba el móvil para fotografiarlos sin pasar demasiados apuros. No obstante, si quieres sacarle el máximo partido a la visita te recomiendo llevar un teleobjetivo con focales largas para poder aprovechar esos primeros planos que en ocasiones hace que parezca que lo frailecillos posan para ti.
En mi caso, llevé conmigo un 150-600mm que me permitió obtener unos encuadres y unos detalles con los que disfruté muchísimo de la visita. Aquello era Disneyland para los amantes de los frailecillos. Había cientos de ellos y se hacía muy difícil no pararse cada pocos metros a fotografíar alguno. Sé que sueno como la presidenta del club de fans de Justin Bieber en la previa de un concierto pero os aseguro que la cantidad de estímulos era realmente alta, veo a Hitchcock levantar la cabeza y susurrar ‘esta isla huele a secuela’.
Los 150-600 mm no son especialmente luminosos, peo esto no supuso un problema en las Mykines. Por un lado, la gestión del ruido de la cámara hace que pueda subir el ISO sin miedo para lograr velocidades de obturación más rápidas. Pero sobre todo, que hay muchas oportunidades de fotografiar frailecillos mientras están en tierra lo cual hace que no haya que recurrir a velocidades de obturación tan altas. Fotografiarlos en vuelo es otra historia y el tema se complica bastante, por un lado, hay que tener cierta pericia a la hora de usar el enfoque continuo sobre un objeto en movimiento con un objetivo tan largo que hace que el peso del equipo no sea nada despreciable. Y por otro lado, que conseguir congelar una toma en pleno vuelo requiere de velocidades de obturación bastante altas donde la apertura de la lente empieza a jugar un papel muy importante. Pero esto se lo dejaremos a los especialistas, que no es ni de lejos mi caso, ya que no es un tipo de fotografía con el que esté tan familiarizado. No obstante, tengo que reconocer que me divertí como un enano, me traje un buen montón de fotos y estoy bastante contento con como lucen algunas de ellas.

Otra ventaja de utilizar una focal tan larga es que te permite fotografiar los frailecillos sin abandonar el sendero por el que se ha de recorrer la isla. Los frailecillos instalan sus nidos y madrigueras en cavidades que quedan ocultas a simple vista. Salirte del sendero establecido puede hacer acarrear una interferencia indeseada, poner en peligro sus crías y causarles un estrés innecesario. Recomiendo ser respetuosos con su hábitat, ya que es probable que nosotros no volvamos en mucho tiempo, pero ellos lo hacen cada año. Es su casa y nosotros sólo estamos de visita, aunque no llevemos postre, espero que coincidas conmigo en que como buenos invitados deberíamos mostrar algo de educación.
Podría monopolizar la web completa con fotografías de estos animalillos pero no quiero acabar en la carpeta de spam, por lo que si alguien se ha quedado con ganas de ver alguna más puede acudir a mi web donde podrá una serie algo más extensa.
Antes de terminar, comentar que el recorrido por Mykines es bastante accesible para casi todo el mundo, salvo para personas con movilidad reducida. Hay un par de tramos de escaleras próximos a los acantilados de la isla en los que hay que echar mano de alguna cuerda, barandilla o similar, que ha sido instalada para facilitar el paso de la gente. No presentan una dificultad técnica muy elevada, aunque hay que tener algo de cuidado si se tiene vértigo, llueve o el terreno está mojado como era nuestro caso. Esto es debido a que el barro sobre la roca hace que la estabilidad se resienta pero, sobre todo, a causa de la caca de pájaro. Así es. Una gran cantidad de aves implica que la cantidad de excrementos que producen va a ser igual de alto, y creedme cuando os digo que pocas cosas hay tan resbaladizas como la mierda de pájaro. No creo que esto suponga un impedimento para completar el recorrido, habrá sitios por los que se tarde un poco más, pero no hay prisa y el objetivo es disfrutar del camino.

Y con esto llegamos al final de la visita a Mykines y a las Islas Féroe. Gracias a todos los que hayáis llegado hasta aquí y hayáis completado la lectura de todas las etapas. Que alguien dedique algo de su tiempo a leer lo que tenga que contar es un gran halago, por lo que espero haber podido corresponderTE haciendo que la lectura, al menos, haya sido entretenida. Si además he conseguido que te pique el gusanillo por visitar este magnífico lugar, me voy más que contento.
¡Un saludo a todos!
Índice
- Preparando un viaje de 7 días
- Vágar
- Eysturoy
- Streymoy
- Kalsoy, Vidoy y Mykines
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