Si la entrada de Vágar te gustó, espera a ver lo que nos tiene preparado en este artículo Mikel Iraeta. Cuanto más leo, más ganas tengo de ir… Te dejo con él.
Una vez que hemos dejado a un lado la visita a Vágar, en esta entrada nos centraremos en la isla de Eysturoy que es la segunda isla más grande del archipiélago que forman las Islas Feroe. Eysturoy está conectada con Streymoy a través de un puente y mediante un túnel submarino, que se espera quede habilitado durante 2020.
Eysturoy tiene varias localizaciones que visitar como, por ejemplo, Slættaratindur, que es el punto más alto de las Feroe con 880 m de altura. No obstante, dado que no tuve ocasión de subir hasta allí, no creo conveniente hablaros de sitios en los que no he estado, porque no os contaría nada que no pudierais leer por ahí. Por ello, paso a contaros aquellos sitios que sí pude disfrutar durante mi visita.
Funnings Kirkja, la iglesia negra de Funningur
Antes de viajar a cualquier lugar siempre me gusta realizar una pequeña labor de “investigación”. Esto en realidad suena mucho más sofisticado de lo que es, ya que no se trata más que de ver un montón de fotos de los lugares que pretendo visitar. De todos los que veo, voy anotando aquellos que más llaman mi atención para luego ver si puedo encajar una visita dentro de mi itinerario de viaje.
Uno de esos lugares era una iglesia negra de madera que se encontraba en algún punto del archipiélago. Se trataba de una construcción muy coqueta, con un tejado inclinado cubierto de hierba y musgo, situada cerca de la costa y cuyo color oscuro contrasta con la vegetación de su entorno. El único problema era que no sabía dónde se encontraba. Y dado que la inteligencia artificial no ha avanzado lo suficiente como para que Google devuelva el resultado que buscas para la combinación ‘iglesia cuqui color azabache en las Feroe’, tocó rebuscar un poco más. Al final la encontré, y aquí tienes la localización: GPS 62,17.2112N, 6,57.9826W
En esta ocasión he decidido no incluir mapa alguno ya que el lugar no tiene pérdida. La iglesia se encuentra en una pequeña localidad conocida como Funningur. Tras llegar al pueblo, puedes dejar el coche donde creas oportuno, y acercarte hasta la iglesia en pocos minutos. Esto no tiene dificultad puesto que se trata de un sitio muy accesible. Es probable que el pueblo en sí no tenga ningún otro atractivo reseñable desde el punto de vista fotográfico, por lo que si te supone un desvío o simplemente no te llama la atención, probablemente sea un lugar que puedas pasar por alto. No obstante, esta iglesia cuenta con un encanto especial y me apetecía acercarme para ver si conseguía un encuadre bonito. El resultado es éste:

Esta localización ofrece bastantes posibilidades desde el punto de vista compositivo, pero hay que trabajárselo un poquito. El muro de piedra que rodea la iglesia, el pequeño riachuelo que circula por uno de sus lados, la salida al mar, la vegetación, son varios los elementos compositivos con los que se puede jugar, pero mi impresión era que no era tan sencillo que todo encajara en una única toma. Aunque lo que estaba viendo me gustaba, no me era fácil trasladarlo al encuadre de mi cámara. Los elementos simplemente no encajaban y estuve un buen rato dando vueltas hasta que encontré una composición con la que me sentía más o menos cómodo.
Creo que a esta localización le puede sentar muy bien una perspectiva donde la cámara quede situada cerca del suelo. De hecho, mi idea inicial era fotografiar la iglesia desde atrás, aprovechando el pequeño riachuelo para obtener algunas líneas de corriente en primer plano y la iglesia detrás algo más alejada. No obstante, encontré dos problemas a esta composición: por un lado, que el terreno resbalaba y el encuadre que quería implicaba mojarme mucho los pies (no llevaba botas altas); por otro, que los 15 mm de mi gran angular se me quedaban algo justos para el encuadre que quería. Probablemente con un 12 mm hubiera funcionado mejor. Uno siempre tiende a contar sus aciertos, pero creo que a veces también es bueno compartir las cosas que no salen como uno espera y el por qué.
Así que deseché la idea inicial y me decanté por la perspectiva que veis, con una fuerte presencia de la vegetación en primer plano y la iglesia detrás. Aunque no es la mejor foto de mi vida, creo que me gusta el encuadre. Además, el color amarillo de las flores le aporta algo de contraste en la hora azul. Siendo algo crítico, creo que esta foto hubiera requerido de un focus stacking ya que el primer plano no está todo lo enfocado que debería, así que lo que ves es el resultado de una sola toma.
Funningur
Si para la localización anterior hubo que rebuscar un poquito por internet, en esta hubo que subir la apuesta algo más.
En algún punto de la carretera que une las localidades de Funningur y Gjov hay una pequeña joya, que está algo escondida si no sabes muy bien dónde buscar. Esta es una de mis localizaciones favoritas de las Feroe y sin duda una de las que más ganas tenía de fotografiar durante mi viaje. Sin embargo, no hay ninguna señal que te lleve a este lugar, por lo que resulta inútil buscar alguna referencia en la aplicación GPS que utilices salvo que sepas las coordenadas exactas. Una búsqueda preliminar me llevó a descubrir que el lugar que buscaba se encontraba en la isla de Eysturoy. Recorrer la isla en coche de un lado a otro no te dará ninguna pista ya que para tener una referencia válida hace falta elevarse un poco. No obstante, tras mi llegada a la tierra prometí a mi maestro no desvelar mis superpoderes, y ponerme a volar por allí violaba el protocolo acordado. Cierto es que no había más que un par de ovejas, pero me gusta llevar un perfil bajo. Sin embargo, hay una herramienta muy útil que facilita mucho las cosas a aquellos que no pueden volar: Google Earth.

Con esta aplicación pude identificar las referencias que me hacían falta para localizar el lugar desde el que se toma la foto que quería sacar. Y esto lo hace todo mucho más fácil. Como he comentado anteriormente, este lugar se encuentra en algún punto entre Funningur y Gjov. Por la carretera que une ambas localidades encontraréis algo parecido a un pequeño parking justo después de un tramo en el que la carretera realiza un zig-zag bastante severo. Puedes dejar el coche ya que la diversión comienza al bajarse.
Frente a ti encontrarás una meseta, que deberás recorrer hasta llegar casi a su cima. Ésta no es muy alta pero la pendiente hasta llegar a tu destino es bastante elevada. Del lado derecho del parking donde se aparca el coche sale una valla que sube colina arriba y que os puede servir de ayuda y referencia durante el ascenso. Conforme te estés acercando a la parte final verás que para llegar al punto de vista que quieres hace falta trepar un poco. En caso de que no puedas no pasa nada, las vistas siguen siendo preciosas, aunque considero que son algo más agradecidas si se consigue subir unos metros más. La ascensión es corta pero bastante intensa, no hay que andar mucho pero el desnivel es muy acusado por lo que las pulsaciones te subirán enseguida. Por ello, no es una localización accesible para gente de movilidad reducida ya que no veo forma de llevar a alguien hasta allí arriba si no lo puede hacer por su propio pie.
Soy consciente que aún no he mencionado qué es lo que uno ve una vez llega al punto desde el que se toma la foto, ni he compartido las coordenadas GPS, por lo que éste puede ser el momento adecuado para ejercer un lucrativo chantaje (me gusta el marisco y el foie por cierto, ahí lo dejo). 😉
Las coordenadas GPS del pequeño parking desde donde se inicia la ascensión son estas: 62,17.8925N, 6,58.2255W.
Y una vez que uno llega arriba lo que puede observar es lo siguiente:

Uno tiene una vista privilegiada de uno de los fiordos (por llamarlo de alguna forma) que se adentra en la isla de Eysturoy. Me encanta este encuadre y mentiría si no admitiera que me pasé un buen rato allí arriba observando el paisaje. Además, estuve completamente solo. Sin una sola alma que rompiera el silencio. Sin tener que hacer frente a una horda de chinos modificados genéticamente cuyos pulgares han sido extirpados en favor de un implante protésico con forma de “palo selfie“. Se habla mucho del coronavirus pero poco de esta subespecie en particular.
Mientras se está allí arriba, uno no puede evitar dejar la cámara un rato, olvidarse de las fotos y simplemente disfrutar de las vistas. Ese momento, esa luz, ese olor, ese silencio, forman ya parte de una de las experiencias más bonitas que me traje de las islas Feroe. Soy consciente de que la redacción se ha puesto un poco tierna, pero de verdad que lo disfruté mucho. Decidí aguantar un poco más para ver qué aspecto tenía la hora dorada y si el atardecer le daba algo de color a las nubes. Sin embargo, esa localización tenía un pequeño inconveniente en este aspecto. El sol se ponía detrás de una formación rocosa que quedaba a mi espalda, por lo que resultaba difícil que consiguiera pintar las nubes que se encontraban encima del fiordo por el apantallamiento que ejercía la montaña que se interponía en su camino. No obstante, justo un poco antes de que el sol se ocultara tras las montañas que tenía a mi espalda conseguí una toma en la que hubo algo de color. El resultado es el siguiente:

Me gusta la forma en la que la orografía rodea el fiordo, haciendo que el encuadre se beneficie de un marco natural. Seguro que las condiciones de luz pueden ser mejores, pero me fui de allí muy contento por haberme llevado esta foto. El tiempo invertido en la planificación y el haber ido aquí con tiempo tuvieron una bonita recompensa.
Ubicación X (en algún lugar de la isla…)
Como podrás observar el título de este apartado no hace referencia a ningún lugar determinado. No es porque haya descubierto un tesoro enterrado que no quiera compartir, sino porque no se trata de un lugar concreto. No hay nada allí. Y a su vez, sí que lo hay.
Hacía tiempo que una idea rondaba por mi cabeza. La idea era comprobar cómo de fiel era la información que uno puede obtener desde casa para preparar y planificar una toma. ¿Hasta qué punto se puede exprimir una herramienta como Google Earth? Así que tras ver la serie de vídeos que Mads Peter Iversen tiene sobre las Feroe, me animé definitivamente a realizar una pequeña prueba. El mérito no es mío, ya que jugaba con la ventaja de saber que no me estaba metiendo en algo de lo que no iba a poder salir.
La idea por tanto era ésta: utilizar las herramientas que tenemos a nuestra disposición para planificar tomas que de otra forma seguramente pasarían desapercibidas. En este caso, centré la idea en la isla de Eysturoy. Vista desde arriba uno puede observar que hay una zona por la carretera que se dirige a Funningur donde un pequeño fiordo (no sé si a esto se le puede llamar fiordo, pero no sé cómo referirme a este accidente geográfico de forma ágil) se abre paso a través de la isla hasta llegar al mar. Y hay un punto en el que si uno se coloca en el lugar apropiado puede observar la isla de Kalsoy al fondo, a través del fiordo que se abre paso a través de la isla. Adjunto una pequeña imagen que probablemente ayude a aclarar lo que trato de describir:

El encuadre es bonito y puede dar lugar a una bonita toma, pero ¿qué hay que hacer para llegar hasta ahí? Pues esto es lo mejor, o al menos, lo que a mí más me atraía. Y es que no hay que hacer nada. Y por nada, se entiende a nada más que dejar el coche en el lugar más cercano que no entorpezca la circulación y comenzar a ascender colina arriba hasta encontrar el encuadre buscado, si es que existe. Por tanto, primer paso tratar de ubicar las coordenadas GPS de algún lugar cercano: 62,15.4968N, 6,57.6956W.
Al llevar las coordenadas apuntadas en mi móvil no me costó mucho acercarme hasta allí. Lo siguiente fue identificar una zona para poder dejar el coche. Y a continuación ponerme a andar. No sabía muy bien que me iba a encontrar así que según iba ascendiendo iba tratando de identificar el trazado que me era más favorable para alcanzar la altura que quería para la toma que buscaba. Tras una media hora o cuarenta minutos de ascensión, llegué a una zona que parecía cumplir los requisitos que buscaba, así que planté el trípode y obtuve la foto. Ya me diréis si veis alguna similitud con el boceto obtenido de Google Earth.

Puede que el boceto de Google y la imagen final no sean mellizas, pero creo que pasan por primas hermanas. Aunque el encuadre me gusta soy consciente que la imagen no resulta tan llamativa visualmente, y que las condiciones de luz tampoco son privilegiadas. No obstante, ese pequeño componente de exploración lo hacía particularmente atractiva para mí. Y aquí hago un inciso: que no se malinterprete lo que pretendo decir, tampoco voy a atribuirme méritos que no me corresponden que no me he tirado una semana en Alaska durmiendo en un iglú durmiendo con una manta. Lo único que he hecho ha sido aparcar el coche y subir una cuesta, pero para ser la primera vez que hacía algo así, me parecía prudente empezar por algo menor que luego pudiera contar. Así que dejo lo de atravesar Alaska untado en grasa de ballena y enfrentarme a un oso polar con mi trípode para el futuro. Reíros, pero ni os imagináis el destrozo que puede ocasionar la rótula BH-55 si os da en la cabeza, yo si fuera oso, me lo pensaría dos veces antes de ponerme flamenco. Ni qué decir que en todo el rato que estuve explorando el lugar no me encontré absolutamente a nadie. Y la verdad es que estar en aquel lugar donde sabes que eres el único ser que ha tenido la peregrina idea de subir, para disfrutar de aquel paisaje a vista de pájaro, es de esas cosas que te saca una pequeña sonrisa. Aunque probablemente la foto no pase al recuerdo, el rato que pasé allí es una experiencia que recuerdo con bastante cariño.
EIðI
Eiði es un municipio que se encuentra en el norte de la isla de Eysturoy. El pueblo es pequeñito y bastante mono, con una población estimada de entre 600 y 700 habitantes. Esta localidad se encuentra en zona de costa y como tantas otras localidades de las Feroe, esto supone una nueva oportunidad para fotografiar acantilados y agua.
Realicé mi visita por la mañana, a una hora relativamente temprana, pero sin intención de captar el amanecer. Aunque parezca increíble no se esperaba un sol radiante para esa mañana, así que visto mi éxito en ocasiones anteriores esa noche aproveché para dormir y desayunar bien para así reponer fuerzas. Al llegar, me dirigí al camping que se encuentra al lado de un estadio de fútbol (GPS 62,18.3839N, 7,5.0171W). Este es un buen lugar para dejar el coche y dirigirme al lugar de destino. Relativamente cerca de allí, tras pasar por un pequeño montículo, uno llega a una zona costera esculpida en roca donde, si la marea es baja y no llueve mucho, uno puede situarse para sacar fotos sin miedo a resbalarse.

Desde la localización indicada tenemos varias opciones. A mano derecha hay un encuadre en el que una cascada desemboca en el mar abriéndose paso entre los acantilados. Y a mano izquierda otra serie de acantilados guían la mirada hasta una de las formaciones rocosas más celebres de la isla, los farallones conocidos como Risin y Kellingin, de los que no hablaré ahora ya que los cubriré cuando pasemos a la isla de Streymoy. En la primera de las tomas me decanté por un encuadre horizontal como puedes apreciar a continuación:

Para la toma además del trípode utilicé el filtro de densidad neutra que me permitió alargar la exposición hasta los 30 segundos. Esto ayuda a eliminar la textura del agua del mar y hace que toda la atención se centré en la textura que aportan las formaciones rocosas. Además, en caso de que la cascada no lleve mucha agua (lo que depende de la estación y de lo que haya llovido) un tiempo de exposición más largo aumenta su visibilidad y hace que coja más cuerpo.
El cielo estaba bastante cubierto, por lo que no se prestaba mucho a un color espectacular. No obstante, las algas que descansaban sobre las rocas más cercanas al agua sí que resaltaba en el encuadre. Por lo que decidí aprovechar ese hecho para trabajar algo el color y otorgarle algo más de contraste mediante su utilización. En este caso, aunque el procesado es algo más agresivo me agrada el resultado y creo que potencia una toma que de otro modo hubiera quedado algo más sosa.
Para la segunda toma, me decidí por un encuadre vertical. La razón es que este me permitía obtener una foto en la que poder trabajar algo más los elementos en primer plano. En zonas rocosas como esta, hay bastantes probabilidades de encontrar pequeños charcos entre las rocas, con musgo, algas u otros elementos de interés que pueden ser de ayuda a la hora de potenciar la composición. En este caso encontré un charco cuya forma me pareció atractiva y me decanté por la siguiente composición:

El inconveniente que suelen presentar estas tomas es que es difícil poder encajarlo todo en el mismo encuadre y que salga enfocado. Incluso usar la hiperfocal puede no ser suficiente si hay elementos lo suficientemente cerca, por lo que es recomendable utilizar más de una toma para realizar un focus stacking. En este caso, tampoco me preocupé mucho por realizar un trabajo muy fino y solventé la foto con dos tomas, una para el primer plano y otra para el fondo. En este caso creo que fue suficiente así, pero si realmente tienes elementos muy cerca de tu objetivo es probable que necesites más de dos tomas a través de las cuales variar el punto de enfoque de forma más progresiva.
De la misma forma, creo que un polarizador me hubiera venido muy bien en esta toma ya que hubiera ayudado mucho a quitarle brillo al charco y realzar la textura de los elementos que hay bajo el agua. Así que, si disponéis de él, es una buena ocasión para utilizarlo.
Con esto creo que podemos dar por terminada nuestra visita a la isla de Eysturoy. Espero que os haya gustado y nos vemos en la siguiente entrega.
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