Continuamos con el recorrido que nos hace Mikel Iraeta para enseñarnos su viaje por estas pequeñas islas europeas. En el artículo de hoy nos cuenta su estancia en Vágar. ¡Os dejo con él!
Nuestra primera parada en el viaje será la isla de Vágar que es donde se sitúa el aeropuerto y de donde partiremos en nuestra visita a las islas Feroe. No es la isla más grande, pero en ella se encuentran algunos de los lugares más icónicos y fotografiados. A lo largo de este capítulo incluiré algunas de las localizaciones que más me gustaron durante mi visita. No son las únicas, por lo que si puedes te recomiendo explorar más allá de lo que aquí se cuente, aunque espero que lo que te cuento sea de tu interés.
¿Listo? Pues vamos allá.
Trælanípa
Este es uno de los enclaves más célebres de las islas Feroe. Con el nombre de Trælanípa se conocen a los acantilados que rodean al lago Leitisvatn/Sørvágsvatn (GPS 62,1.4029N, 7,13.3561W) y que se elevan unos 142 m por encima del nivel del mar. Y te puedo asegurar que se trata de una visión imponente. Se cree que su nombre, cuyo significado sería algo así como “acantilado de los esclavos“, proviene del periodo vikingo en el que los esclavos eran empujados desde lo más alto. Quién se iba a imaginar que el origen de las actividades de ocio del actual Magaluf, como el “balconing“, se remontaba hasta la época vikinga… Cuando te asomes comprenderás que las posibilidades de salir vivo de semejante caída son bastante reducidas.
Uno de los mayores atractivos que tiene este lugar es la vista que se obtiene desde el borde de los acantilados. Hay zonas donde uno parece estar observando una ilusión óptica equivalente a que el mar circulara por escalones a dos alturas distintas, como si fuera un escenario creado por ordenador o sacado de un sketchbook de una película de fantasía. Sin embargo, lo que uno ve no es otra cosa que el lago Leitisvatn/Sørvágsvatn y el mar en un mismo encuadre. El lago se encuentra a una altura superior, y está separado del mar por la altura que le confieren los acantilados.

Para obtener esta foto se utilizó un filtro de densidad neutra que me permitió alargar el tiempo de exposición hasta los 30 segundos. Por supuesto, esto no hubiera sido posible sin la ayuda de un trípode ya que el viento soplaba con fuerza.
Puedes observar como los acantilados se muestran con fiereza y en esta composición adquieren una forma que me recuerda al casco de un barco antiguo. En la parte derecha se observa el lago Leitisvatn/Sørvágsvatn como una lengua de agua que desemboca en la cascada Bøsdalafossur antes de llegar al mar.
Para llegar hasta aquí es necesario dar un pequeño paseo de unos 45–60 min sólo ida (por tanto, el doble para ida y vuelta). Lo recomendable sería dejar el coche en un pequeño terreno pedregoso que se encuentra al inicio del camino (GPS 62,2.5150N, 7,11.9749W) desde el que puedes comenzar la caminata. Se trata de un paseo relativamente llano sin apenas desnivel que considero asequible para cualquier persona que no presente una movilidad reducida. Para personas en silla de ruedas puede ser bastante complicado.

Durante el camino irás bordeando el lago hasta llegar al punto desde donde se ha sacado la primera foto, y si llegas hasta el final del camino podrás observar el punto donde el lago vierte sus aguas al mar a través de la cascada Bøsdalafossur (GPS 62,1.4268N, 7,14.3616W).

De la misma forma que en la foto anterior, se utilizó un filtro de densidad neutra para aumentar el tiempo de exposición hasta los 25 segundos. En este caso, se utilizaron 2 exposiciones distintas para aumentar el rango dinámico y evitar sobre todo que se quemaran las altas luces, y poder recuperar algo de color en ellas. Aunque al llegar el tiempo era bastante apacible, enseguida se nubló y empezó a chispear por lo que es muy recomendable contar con un paño que os permita limpiar el filtro de las gotas de agua entre foto y foto.
La visita a Trælanípa es muy recomendable y ofrece bastantes posibilidades fotográficas. El perfil de los acantilados permite jugar con diversas perspectivas, desde incluir una silueta humana que acentúe aún más lo grande que es su tamaño, hasta aquella en la que parece que la vista nos juega una mala pasada al observar como el agua se reparte en dos alturas claramente diferenciadas. Te recomendaría acercarte al borde de los acantilados para tomar una buena toma, pero siempre con precaución. Si llueve, hay zonas que pueden resultar resbaladizas y una caída puede resultar fatal, por lo tanto, colocaros allá donde te sientas seguro y observar lo que la naturaleza te ofrece.
Por último, conviene resaltar un factor que es aplicable a todas las islas Feroe. No existen los espacios públicos o áreas de interés común, lo que significa que conforme a la legislación feroense, no se permite vagar por la isla sin permiso debido a que todos los terrenos son propiedad privada. Aunque no veas a nadie durante el trayecto, son terrenos que la gente usa para, por ejemplo, que los rebaños de ovejas pasten y por tanto no está permitido recorrerlos sin autorización.
Aunque cuando yo visité las islas la entrada a esta zona no estaba restringida, desde verano del 2019 los propietarios de estas tierras han decidido imponer una serie de restricciones para que sus terrenos se hagan respetar. Por lo tanto, si quieres visitar esta región, actualmente tienes 2 opciones:
- Hacerlo a través de una visita guiada
- Hacerlo por vuestra cuenta previo pago de una tasa de 200 coronas por persona. Esta tasa se paga a la entrada.
El dinero recaudado tiene como objetivo realizar un mejor mantenimiento de la región y mejorar el sendero por el que circulan los visitantes. Habrá quien esté a favor y quien no lo esté, pero entiendo que se debería respetar el deseo de aquellos a quienes pertenecen las tierras.
Trøllkonufingur
Trøllkonufingur es un monolito de roca que se alza 313 m por encima del nivel del mar y se encuentra situado al sureste de Sandavágur. Trøllkonufingur sería traducido como “el dedo de la mujer troll“, y al observar su forma, si uno le echa imaginación puede entender el por qué.
Esta roca tiene leyenda propia y es que según se cuenta, una bruja se aproximó al archipiélago feroés con la intención de arrastrar las islas hacia Islandia. No obstante, cuando se aproximaba por el mar al sur de Vágar, el sol la sorprendió y la convirtió en piedra. Todos sabemos que cuando uno es convertido en piedra pierde movilidad, y las brujas gigantes no son una excepción, por lo que tras quedar petrificada acabó cayendo al mar. Se trataba de una criatura proporciones generosas. Tal era su tamaño que al llegar al fondo del mar parte de su cabeza y uno de sus dedos aún permanecían por encima de la superficie. La parte de la cabeza que sobresale sería lo que hoy en día se conoce como la isla de Koltur, y el dedo como ya se ha mencionado sería Trøllkonufingur.
Para llegar al mirador desde el que se puede observar la roca hay que dirigirse al pueblo de Sandavágur. Por la carretera que comunica Sandavagur y Gasadalur hay un desvío que se dirige al mirador. Conforme uno se aleja de Sandavagur, la carretera se estrecha y su calidad disminuye hasta convertirse en una zona pedregosa poco transitable. Es posible dejar el coche en el pueblo y hacer el trayecto a pie hasta el mirador, la elección dependerá de si uno prefiere amortizar sus piernas o el coche de alquiler. Para los que se decidan por el coche el camino continúa hasta llegar a un pequeño parking (GPS 62,2.7013N, 7,7.8505W) donde dejar el vehículo. El mirador se encuentra un poco más adelante, no más de 500 m (GPS 62,2.6903N, 7,7.3642W).

Mi idea era poder captar las primeras luces del amanecer y aprovechar la hora dorada para fotografiar la costa y ver como los primeros rayos del sol se colaban entre las rocas, teñían de color el cielo y silueteaban la característica Trøllkonufingur. Así que de forma muy disciplinada a las 4:30 a.m. estaba despierto con la mochila llena de ilusión y algo (mucho) de sueño. Y aunque la idea era muy buena (lo sigue siendo a día de hoy) se ve que la isla tenía otros planes para mí.
Mi amigo el sol no estaba muy por la labor de cuadrar agendas ese día. Miraba la hora en el móvil y las indicaciones de PhotoPills con la certeza de que me encontraba en la hora dorada, pero visto lo que tenía en frente, había que echarle mucha imaginación. El día amaneció nublado, el viento ponía a prueba la estabilidad de mi trípode (y la mía) y tras una larga espera empezaba a tener bastante frío. Así que, como el sol no tenía pinta de hacer acto de presencia, puse en marcha el plan B.
Aprovechando que aquello parecía Mordor durante una ciclogénesis explosiva, decidí que iría a por una foto que transmitiera todo ese drama que estaba presenciando y realzarlo a posteriori mediante el procesado. El resultado es el siguiente:

Como puedes observar muy dorado no se ve, pero hay que adaptarse y la verdad es que el resultado es de mi agrado. Uno puede acercarse más a la roca, pero diría que el mejor sitio para fotografiarla es éste. Si alguien quiere explotar su espíritu aventurero puede animarse y tratar de escalar hasta el vértice de Trøllkonufingur. Sería la duodécima persona en conseguirlo ya que de acuerdo a los datos disponibles solo 11 personas han conseguido llegar hasta lo más alto.
Drangarnir y Tindhólmur
Este es probablemente mi sitio favorito de las islas Feroe y uno de esos lugares cuyas fotos valen un viaje. Antes de ir, tenía claro que uno de los sitios que quería ver con mis propios ojos son estas formaciones rocosas que emergen del mar. Aunque la densidad de población en las islas Feroe no es muy alta, la travesía hasta Drangarnir probablemente sea una de las que menos gente te vayas a encontrar, lo que hace que no haya mucho más aparte de ti, la naturaleza y alguna oveja.
Drangarnir es una formación constituida por dos elementos confeccionados por la erosión del mar sobre las rocas, situados entre la isla de Vágar y Tindhólmur. El mayor de ellos se conoce como Stóri Drangur (roca grande) y el menor como Lítli Drangur (roca pequeña). El mayor tiene forma de arco y es el que en la mayoría de las fotos aparece apodado como Drangarnir.
Tras ella, se encuentra Tindholmur, que se traduciría como algo parecido a “el islote de los picos” lo que tiene bastante sentido si uno observa la forma geométrica de su cima, coronada por cinco picos puntiagudos. Estos picos se conocen como Ytsti (más lejano), Arni (águila), Lítli (pequeño), Breiði (ancho) and Bogdi (doblado). El punto más alto se encuentra a 262 m sobre el nivel del mar y se encuentra inhabitada. La isla tiene una forma bastante espectacular, como si estuviera observando la espalda de Godzilla mientras duerme. Para aquellos que dispongan de dron, las imágenes aéreas que ofrece este enclave son absolutamente espectaculares. No es mi caso (DJI, si lees esto, es buen momento para iniciar una fructífera colaboración).
Para llegar hasta Drangarnir hay que andar un poco. Se trata de una caminata de dificultad moderada, aunque todo dependerá de lo habituados que estéis a andar y en seguida entenderéis el motivo. Fue sin duda la caminata más larga de cuantas hice en las islas Feroe pero considero que merece mucho la pena. Antes del 2018, se podía realizar este trayecto por cuenta propia (seguro que encontrarás alguna web que te indique como hacerlo). No obstante, esto ya no es posible y para hacer el trayecto se necesita contratar a un guía local. Para los interesados podéis aquí encontrar más información.
El punto de encuentro para dar comienzo a la caminata es la gasolinera Effo en la localidad de Sørvágur. Ahí te reunes con tu guía y da comienzo el trayecto. Desde allí hay unos 5-6 km hasta Drangarnir, que tardarás en recorrer entre 2 y 4 h en función del ritmo al que vayas y los integrantes de tu grupo. Hay opción de volver en barco (con un pequeño coste adicional) si la climatología lo permite. En ese caso, lo más probable es que el tour completo te lleve unas 5 o 6 horas.

Los grupos no suelen ser muy numerosos, en mi caso se componía de una pareja alemana y cuatro chicas filipinas, además del guía. El guía es local y conoce el terreno, por lo que no suele haber problema. Mi referencia anterior a la dificultad moderada del trayecto tiene relación con que, mientras nuestro guía andaba sin sacar las manos de los bolsillos, el cuarteto filipino afrontaba cada descenso con su culo pegado al suelo, utilizándolo como punto de apoyo adicional a sus brazos y sus piernas. Para que veáis lo distintos que somos los seres humanos. A los diez minutos de comenzar, nuestro guía giró la cabeza para chequear que todo iba bien y no habíamos perdido a ningún integrante del grupo. Fue bastante divertido comprobar como al observar que nuestras amigas asiáticas abordaban un ligero desnivel como si fuera una vía ferrata dejó escapar entre asombro y resignación un ligero “Oh shit! It’s gonna take long today, be patient please!”.
El camino transcurre por laderas inclinadas, con bastante pendiente en algunos tramos y donde puede haber zonas resbaladizas. Por ello, es recomendable llevar buen calzado. Hay zonas en las que un resbalón puede dar lugar a un susto. Sin embargo, con la ayuda del guía el camino se sigue sin demasiados problemas y aunque es estrecho se puede seguir razonablemente bien, y el desnivel acumulado es moderado. No es ninguna locura, pero tampoco es un paseo por la playa.
Conforme se avanza, Tindholmur hace acto de presencia, imponente al final del recorrido, lo que sirve como motivación y hace que uno se olvide del cansancio. La parte más empinada llega al final, donde para llegar al acantilado que ofrece unas vistas privilegiadas a Drangarnir (GPS 62,4.5162W, -7,24.7002W) uno ha de subir una pequeña ladera. Durante el ascenso no se ve nada, solo el ruido tenue del mar al otro lado, hasta que, al fin, asoma ante ti: Drangarnir.

La vista me resulta absolutamente espectacular, la roca se erige ante ti como si fuera un ser mitológico. Cuando recobro el aliento el pensamiento que me invade es ver si soy capaz de sacar una foto que le haga justicia al lugar. Espero haberlo conseguido. La toma es una mezcla de 2 exposiciones, una algo más clara para no empastar las sombras de la roca y otra más oscura para recuperar texturas en el cielo que de otra forma se habría quemado. Me gusta especialmente también cómo el agua cambia de color y adquiere tonalidades de color turquesa al acercarse a la pared de piedra.
Uno no quiere dejar de sacar fotos y tanto la pareja alemana como yo nos pasamos un buen rato retratando a Drangarnir. No obstante, había otra composición que me quería trabajar y se encuentra bastante más abajo, y es la que en el mapa se nombra como el punto 02. Así que, mientras dejamos a las filipinas revolotear alrededor del sobrino de Thor que nos ha guiado hasta allí (llamadme loco, pero me la juego a que no hay mucho rubio en Filipinas), la pareja alemana y yo nos dirigimos a nuestra siguiente composición (GPS 62,4.5236N, 7,24.6928W).
Esta zona es un poco más delicada y si puedes, es mejor que bajes con alguien que te pueda ayudar. El punto desde el que se toman las fotos está casi al nivel del mar y la marea rompe cerca por lo que el oleaje va y viene con frecuencia. Para llegar hasta ahí, es necesario bajar por una zona rocosa que se vuelve más resbaladiza conforme uno se acerca al nivel del mar. Conviene ser cauto porque la zona resbala mucho y una caída puede ser bastante dolorosa. Con esto no pretendo asustar a nadie, simplemente que si decides bajar tomes las precauciones necesarias. Me parecería irresponsable por mi parte no comentarlo. Ahora bien, para aquellos que sean valientes, creo que hay recompensa.

La foto que ves aquí es una combinación de varias exposiciones. Utilicé una combinación de 2 o 3 para obtener en el agua el movimiento que quería, con un tiempo de exposición de unos 2-3 segundos. Además utilicé una exposición adicional para el cielo. Observarás que la focal son 24 mm. Aunque el resultado me gusta, creo que un gran angular le hubiera sentado mejor, pero no tenía un sistema de filtros compatible con mi angular, y como andaba alternando tomas con y sin filtro, me ceñí al 24-70 mm. Podía haber tratado de instalar el gran angular pero el terreno era muy inestable y no estaba para mucha fantasía, por lo que decidí que ponerme a cambiar objetivos allí no era una muy buena idea. Todas las fotos están hechas sobre trípode lo que es una ayuda indispensable en este lugar tanto para encuadrar, como para enfocar, como para jugar con el tiempo de exposición.
Así damos por concluida la visita a este destino. Listos para el siguiente.
The Nix
Es probable que no sea una de las mayores atracciones de la isla, pero por alguna razón llamó mi atención y pensé que podía dar lugar a una foto diferente. The Nix es el nombre con el que se conoce a una escultura que se encuentra al inicio del lago Leitisvatn/Sørvágsvatn (GPS 62,4.2055N, 7,15.3599W), cerca del aeropuerto. La escultura representa al Nykur, una criatura mitológica del folklore escandinavo. A menudo adopta una apariencia similar a la de un caballo rampante, parecido al logo de Ferrari, que emerge del mar con las piernas delanteras fuera del agua. El Nykur (conocido como Nix en inglés) usa su bella apariencia para atraer a los humanos, que una vez en contacto con su piel, quedan adheridos y son arrastrados a las profundidades. Algo así como una sirena equina.
Esta leyenda era usada por los adultos para asustar un poco a los niños y prevenir que se acercasen a zonas donde el agua podía ser peligrosa. Se dice también que la única forma de librarse del embrujo de esta criatura es pronunciar su nombre, tras lo cual, la criatura perderá sus poderes y recuperará su forma primigenia para volver a las profundidades del mar.
En relación a ello, existe una leyenda Feroense que cuenta como unos niños que jugaban en las proximidades del lago tuvieron contacto con el Nykur. Hipnotizados por su belleza se acercaron a él y se subieron sobre su lomo, tras lo cual el Nykur comenzó a dirigirse hacia el lago. El menor de los niños, que no alcanzó a subirse vio cómo su hermano Niklas se alejaba y decidió llamarlo. Dado que el chiquillo aún era muy joven e incapaz de pronunciar el nombre de su hermano correctamente, pronunció el nombre del ‘Nykur’ en su intento por llamar a su hermano ‘Niklas’. En ese momento, tras oír su nombre, la criatura recupero su forma original y volvió a las profundidades del lago con la intención de probar suerte en alguna otra ocasión. Sé que probablemente no es una figura muy socorrida en la mitología escandinava, pero imaginaros lo que podría cambiar el final de la historia si los padres hubieran mandado al chaval a un logopeda.
Había visto fotos de esta localización en la que el caballo aparecía iluminado sobre el agua, por lo que mi intención era acercarme hacia el atardecer con la intención de verlo brillar sobre el agua cuando no hubiera mucha luz. No obstante, no encontré ninguna referencia que indicara cuál era la hora en la que las luces se encienden, ni siquiera si éstas lo hacen todos los días, por lo que me acerqué a probar suerte. Imagino que hay varias formas de llegar a ella, pero en mi caso, dejé el coche de alquiler estacionado en un arcén donde me aseguré que no obstaculizaba el tráfico ni iba a suponer ningún problema para nadie. Y desde allí me acerqué a pie. Esto no supone más que unos pocos minutos.
Una vez allí, di con la estatua pero descubrí que no había iluminación alguna y por tanto, iba a ser difícil llevarme la foto que tenía en mente. No obstante, ya que estaba allí, no me iba a quedar sin foto. Dado que cada vez había menos luz y no quedaba mucho para anochecer me decanté por realizar una exposición más larga. Por un lado, eso me permitiría conseguir algo más de luz, pero sobre todo, me permitiría dejar la superficie del lago totalmente plana eliminando completamente la textura sobre ella y haciendo que todo el protagonismo recayera sobre la escultura. Así que planté el trípode, la cámara y a pesar de la poca luz, decidí instalar el filtro de densidad neutra, lo que hizo que el tiempo de exposición pasara de segundos, a minutos. El resultado fue este:

La foto es el resultado de 4 minutos de exposición, por lo que o bien dispones de disparador remoto o tienes muy buen pulso y un bote de diazepam. Pero sobre todo, un trípode muy estable. Otra opción es realizar exposiciones más cortas (por ejemplo 30″) y combinarlas en Photoshop mediante alguno de los métodos de apilamiento de objetos inteligentes. Recomiendo usar el método “Promedio” o “Mediana”. De esta forma a través de 8 exposiciones de 30 s cada una, obtendríais un resultado equivalente a 4 minutos de exposición. Si esto que os cuento no es suena, os recomiendo mucho que echéis un vistazo a alguno de los videos que Iván Ferrero tiene en su canal de Youtube donde se explica muy bien esto que os cuento con mayor detalle.
En este caso, dado que la escultura no disponía de la luz que estaba buscando, decidí realizar un procesado en blanco y negro un poquito más agresivo para darle más fuerza y buscar un resultado algo distinto. Espero que sea de tu agrado.
Múlafossur waterfall
Y para acabar con la visita a la isla de Vágar lo haré con el sitio que probablemente sea el más fotografiado de la isla. En todas las webs, páginas de turismo y postales que veas de Vágar (y puede que de las Feroe) encontrarás la foto en la que aparece la cascada de Múlafossur con el pueblo de Gásadalur al fondo.
Para llegar aquí existen dos opciones. Hacerlo con coche o sin él. La primera facilita mucho la vida y la segunda requiere de algo de imaginación, coordinar la logística o disponer de buenas piernas (y tiempo). El problema es que el transporte público no llega hasta aquí, por lo que como mucho el bus te llevará hasta Sørvágur desde donde aún te quedarán 9-10 km para llegar. Es posible coger un taxi, hacer autostop, etc. Pero ninguna de las opciones es inmediata o barata. Otra opción es recorrer a pie alguno de los caminos que llevan hasta aquí. Si el tiempo acompaña puede ser una bonita caminata, pero es probable que te lleve un buen rato. De todas formas, que esto no sea motivo para desanimarte, la opción está ahí y podrás disfrutar de bonitas vistas.
La opción más cómoda (y la que yo elegí) es desplazarse hasta allí en coche. Gásadalur se encuentra a unos 15-20 min desde el aeropuerto, por una carretera en buen estado que te hará pasar por un túnel. Para hacer la foto hay que ir a un mirador (GPS 62,6.3633N, 7,26.0922W) que hay un poco antes de llegar al pueblo. De la carretera principal sale un pequeño sendero pedregoso que te guiará hasta el mirador, y al inicio hay espacio para poder estacionar unos pocos coches. De todos modos, la opción más sensata aparcar en el pueblo y realizar a pie la ruta hasta el mirador. Es muy accesible y sólo te llevará unos minutos.
Cuando avances por el sendero sin asfaltar te encontrarás con una pequeña puerta metálica. Ciérrala una vez pases para evitar que alguna oveja pueda cruzar al otro lado.

Desde el punto indicado se aprecian la cascada Múlafossur, el pueblo de Gásadalur detrás y el pico Árnafjall (722 m), el más alto de la isla de Vágar. Si avanzas algo más por el sendero llegarás a unas escaleras (o lo que queda de ellas) desde las que se puede obtener una vista un poco inferior. De todas formas, no sé si recomendaría bajar las escaleras ya que no se encuentran en muy buen estado, el terreno es bastante resbaladizo y el asidero, que tiene cierta holgura, tampoco otorga mucha confianza. Si decides bajar, hazlo con mucho cuidado. Yo me asomé un poco para ver qué aspecto tenía aquello y tarde dos segundos en decidir que la vista desde arriba me gustaba mucho más.
Mi intención era poder obtener una foto donde la puesta de sol diera algo de color al horizonte y las nubes, antes de ocultarse. Pero se ve que el sol no tenía intención de entablar amistad conmigo tan pronto, así que, a pesar de estar un buen rato esperando, las nubes eran un continuo. El horizonte estaba totalmente cubierto, las nubes abundantes y densas, y no tenía pinta de que aquello fuera a despejar de repente por obra divina (dónde está la fé cuando se la necesita). No obstante, la cascada se apreciaba con claridad y el viento hacía que de cuando en cuando, las nubes dejaran entrever algo de cielo, como si fueran partes de un mosaico inacabado.
Decidí que la mejor opción que tenía era tratar de sacar partido a las formas abstractas que surgían a partir del movimiento caótico e indeterminado de las nubes. Así que esperé hasta que vi la oportunidad. Durante un breve espacio de tiempo, una pequeña discontinuidad en el mar de nubes provocó que se observara con claridad cómo éstas se adaptan a la geometría que tienen a su alrededor. Por lo que las nubes empezaron a abrazar el pico que queda detrás de la cascada formando una curvatura visualmente muy atractiva a su alrededor. Algo así como si trataras de retirar un gran mantel que cubre un objeto que quieres dejar al descubierto. El resultado lo entenderás mejor al ver la foto.

Hay muchos encuadres posibles, pero en este caso me decanté por una composición vertical que permite a la foto respirar sin que los márgenes ahoguen el movimiento de las nubes. Además, el resto de elementos tienen el tamaño suficiente como para otorgarles el protagonismo que se merecen. La foto que ves es el resultado de una combinación de 2: una con un tiempo de exposición más corto (0.4 segundos) para el cielo y las nubes, y otra algo más larga (unos 5 segundos), para el agua y la cascada. Aparte del movimiento en el agua, esta segunda exposición me permitía recuperar algo de información de las rocas que en algunas zonas estaban bastante oscuras. Como puedes ver, el sol ya se había puesto (o estaba a punto) por lo que decidí potenciar algo el color de la hora azul durante el procesado. Esto junto con los colores de los restos de la puesta de sol, creo que dan un contraste de color bastante atractivo.
Con esto daríamos por finalizada la primera etapa del viaje en la que hemos cubierto la isla de Vágar. Espero que te haya gustado el recorrido y te espero en la siguiente entrega.
6 Comments
Buff Cada vez más gansa de ir! Ansioso por mas post, Mikel! (y George)
A que sí! A mí también se me ponen los dientes largos cada vez que lo leo y miro las fotos jejeje.
Un abrazo crack!
Me alegro que te guste. Si cada vez tienes más ganas, algo estaré haciendo bien, ajaja, ya que es la intención. Un saludo!
Fantástico trabajo. Ya estoy deseando que publiqueis las siguientes entregas. Tenemos previsto el viaje este octubre y una ayuda más para tener claro que fotografiar nunca viene de más. Una pregunta, ¿las coordenadas son correctas? Por mucho que las convierto no me salen los puntos indicados.
Gracias por tu comentario Pep! Sin duda Mikel se lo está currando mucho 🙂
En cuanto a las coordenadas, ¿te sucede en todas? Ten en cuenta que están expresadas en “grados,minutos.decimas de minuto” y no en “grados,minutos.segundos”, es decir, que los numeros que hay tras el punto no son los segundos sino que esos segundos están convertidos a décimas de minuto. Quizás sea por eso que te aparece donde no toca. Si te pasa sólo en alguna puntual dímelo porque igual me he equivocado yo al convertirlas.
Un abrazo y buen finde!
Hola Pep,
Me alegra que te guste el texto y gracias por comentar, siempre se agradece algo de feedback. Dinos con qué coordenadas tienes problemas y lo miramos. No habría problema en indicar el formato en el que introduzco las coordenadas en Google Maps (por ejemplo) para marcar los puntos a los que me refiero en el texto.
Un saludo,
Mikel