Bienvenido/a a una nueva entrega de estas memorias de un viaje por las Islas Feroe de la mano de Mikel Iraeta. Son días extraordinarios por todo lo que acontece (la crisis del coronavirus en 2020 para el que lo esté leyendo dentro de un tiempo), por lo que, ya que tenemos que quedarnos en casa, veamos si podemos hacer de este confinamiento algo más llevadero viajando aunque sea a través de la imaginación y las imágenes.
Streymoy es la isla más grande del archipiélago que conforman las Feroe. Al sur de la isla se encuentra su capital Tórshavn, de la que hablaremos en este capítulo. Además de su capital, la isla cuenta con varios enclaves que bien merecen una visita, por lo que sin intención de alargarme mucho más paso a contarte los sitios que tuve la oportunidad de visitar.
Fossá
Fossá es la cascada más alta de las Feroe con sus 140 m de altura. Está situada al noreste de la isla (GPS 62.251716, -7.077830) a unos 45 km de la capital y es relativamente fácil de acceder. Sólo es necesario aparcar el coche en alguno de los espacios habilitados junto a la carretera o, como en otras ocasiones, en algún arcén amplio que os permita no molestar al resto del tráfico.
La cascada tiene una forma bastante particular y es que resulta ser 2 cascadas en 1. Esto lo entenderás enseguida al llegar al lugar ya que la cascada se compone de dos saltos de agua distintos. Imagínalo como si fueran dos escalones de roca, de forma que el agua cae al nivel intermedio en primer lugar, para volver a caer de nuevo hasta el nivel más bajo.
Una vez allí, y aprovechando que tenía el cuerpo golfo, me propuse obtener una foto de cada uno de los niveles, lo que suponía tener que alcanzar el nivel intermedio. ¿Y cómo se escala hasta el nivel intermedio de una cascada de 2 pisos? Pues… con cuidado. Desde el nivel más bajo hay un pequeño sendero (tengo que reconocer que denominar sendero a aquello es algo optimista) que te permite bordear el primer nivel hasta llegar a un pequeño risco desde el que se puede acceder al nivel intermedio. Hay que tener algo de cuidado, pero tampoco es necesario trabajar en el Circo del Sol para acceder. De hecho, nada más llegar a la cascada se puede encontrar un pequeño cartel que ofrece alguna pista de cómo llegar hasta ahí. Por lo que nada que no hayan hecho otros antes que yo.

Una vez en el nivel intermedio uno busca la composición que más llame su atención. En mi caso, encontré una roca que me gustó bastante de la que caía agua de manera muy ordenada formando un patrón que creía que podía dar buen resultado.

Hay que tener en cuenta que para obtener la composición deseada es posible que haya que acercarse bastante al agua, o como en mi caso, posarse encima de alguna de las rocas que se encuentra por el camino que recorre el agua. No es lo ideal por lo que se recomienda precaución.
De todas formas, la parte más divertida (nótese la ironía) del nivel intermedio llegó al tener que volver a bajar. Había empezado a chispear, lo que supone a) que las rocas estás más resbaladizas y b) que la hierba y el musgo a su alrededor son tu peor enemigo. Esto hizo que algo que debería ser rutinario se convirtiera en una de esas situaciones en las que se te pasa por la cabeza eso de “pero quien coj… me mandaría a mí…”. ¿A que te suena?
El caso es que el camino por el que trepé para llegar ahí ya no era tan evidente. Cuando miraba hacia abajo no veía ningún punto de apoyo hasta el que deslizarme, la mochila y el trípode te restan movilidad, no soy tan alto como para ir deslizándome poco a poco a ver si hago pie en algún lado y un resbalón podría enviarme rápido a visitar a Elvis. Y a todo esto hay que añadirle que soy un poco cagueta así que tenemos el pack completo. Pero bueno, al final todo salió bien y completé el “Desafío Calleja” con éxito.
Así que una vez en el nivel inferior ¿qué era lo que podía hacer? Pues ir a por más. La composición que me gustaba suponía que tenía que acabar encima de una roca rodeada de agua, así que comencé a estudiar la forma de llegar allí. Repito: no es lo ideal, pero el que algo quiere, algo le cuesta. Tampoco te engañes, si en algún momento hubiera percibido que corría peligro de verdad, no me hubiera arriesgado. Aquí lo cuento para darle algo de épica al momento, pero ninguna foto vale una vida, por lo que no seas imprudente. La gente me miraba expectante, y yo creo que alguno estaba deseando que me cayera, pero no hubo suerte. Esta vez salí ileso.

Para localizaciones como esta hay varias cosas que deberíais tener en cuenta. En primer lugar, llevar ropa y calzado adecuado. No se puede andar por ahí en chancletas por lo que buen calzado con un buen agarre y a prueba de agua es de agradecer. En segundo lugar, que suelen ser lugares donde te vas a mojar. No hay forma humana de estar al lado de una cascada y no mojarse. Hay una elevada cantidad de partículas en suspensión, suele haber viento, etc. Por lo que además de ti, se va a mojar la cámara. Por tanto, es muy recomendable llevarse un paño para limpiar la lente o los filtros que estés utilizando. Yo estuve limpiando los filtros cada pocos segundos, ya que la cantidad de agua que llegaba era bastante grande.
Por otro lado, desde el punto de vista fotográfico, además de la composición te recomiendo jugar con el tiempo de obturación. Esto ya va por gustos, pero si te gusta ese aspecto sedoso que adquiere el agua deberás darle tiempo. Como digo esto es subjetivo, pero a mí me suele gustar algo entre medio segundo y dos segundos. Que es cuando es agua se ve suave pero sigue teniendo textura. De hecho, suelo acabar componiendo imágenes a partir de varias fotos donde distintas zonas de la imagen son el resultado de distintos tiempos de obturación. Alguna de las fotos que ves pueden ser el resultado de 3 o 4 fotos. Si te gusta más suave dale más tiempo y si te gusta congelar más la imagen, menos tiempo. Ahora bien, a plena luz del día y utilizando tiempos de obturación de entre 1 y 2 segundos es casi seguro que la imagen te saldrá quemada, por lo tanto, se hace indispensable el uso de un filtro ND. En mi caso, estaba utilizando un filtro de 10 pasos. En algunos casos incluso me quitaba más luz de la que necesitaba pero lo compensé subiendo un poco el ISO.
Tras la visita a la cascada, vamos a la siguiente localización.
Saksun
Saksun es una pequeña localidad situada al noroeste de la isla de Streymoy. Cuando digo pequeña me refiero a que se estima que tiene 14 habitantes por lo que parece difícil no conocer a tus vecinos su vives allí.
El enclave geográfico en el que se encuentra Saksun es bastante espectacular. Hay un pequeño fiordo que conecta el mar con una pequeña laguna (GPS 62.245732, -7.184939) que está rodeada por un anfiteatro montañoso a su alrededor. Por lo que cuentan, se cree que la laguna se formó en torno al año 1600, cuando una gran tormenta bloqueó el paso del fiordo al mar, dando lugar a lo que se ve hoy en día. Saksun tiene incluso su propia iglesia cuyo color blanco resalta entre el verde del que está rodeada. Cuando hay marea baja, uno puede recorrer un pequeño camino que rodea la laguna y seguir el sendero marcado por el fiordo hasta una pequeña playa de arena oscura que da al mar (GPS 62.248391, -7.194824).

Cuando la marea está muy baja uno tiene la sensación de que puede salir andando de la isla, casi como si pudiera caminar sobre el agua. Es como si la isla te mostrara la puerta de salida, bien perfilada por sendos acantilados. El tiempo era bastante desapacible con bastante viento y nubes oscuras que daban a entender que podía caer una gorda de un momento a otro. Visto el aspecto tenebroso que tenía la estampa, a mí el cuerpo me pedía Carmina Burana y montarme en un galeón vikingo a conquistar tierras. Pero en lugar de ello, rebajé mis expectativas y me dediqué a escoger un buen encuadre y vaciar mis ganas de épica en la foto. La idea era lograr transmitir toda esa atmósfera mediante la toma y el procesado, ya me diréis que os parece.

De vuelta por el mismo fiordo que me había llevado hasta la playa, era el momento de explorar Saksun un poco más.
Aquí voy a hacer un pequeño parón para hablarte de una pequeña joya de Saksun, aunque se trate de una joya envenenada. Hay en Saksun una localización que se ha hecho bastante famosa gracias, como no, a internet. Y es que en el borde de la laguna, hay una preciosa casa de madera negra con su inclinado techo cubierto de hierba. Si uno se coloca detrás, la vista es espectacular, ya que la casa queda alineada con el sendero del fiordo que da a la playa. Hasta aquí todo bien, pero ¿por qué te digo que es una joya envenenada? Porque se trata de propiedad privada. La casa pertenece a uno de los habitantes de Saksun que tiene su vivienda al lado y por lo que pude informarme, no le debe hacer mucha gracia que la gente se acerque a husmear por allí. No obstante, de acuerdo a la información de la que disponía, cabía la posibilidad de que siendo educado y pidiéndolo por favor se me concediera acceso. Por lo que, dispuesto a desplegar todas y cada una de las habilidades sociales de las que disponía, me acerqué hasta allí y me detuve unos metros antes de lo que entendía que era propiedad privada, evitando así que alguien me disparase por “error”.
Pasé allí un rato hasta que el dueño advirtió mi presencia y salió a recibirme. Yo lo saludé, le expliqué quién era, de donde venía y cuál era mi intención, tratando de ser todo lo educado que podía y mostrándole mi respeto por su propiedad privada. Él me respondió cortésmente y mantuvimos una pequeña conversación. Te la traduzco a continuación. No te preocupes, será breve:
- Sujeto_01 [es decir, yo]: Hola señor, soy… (bla bla bla)… No me gustaría parecer irrespetuoso… (bla bla bla)… ¿Le importaría si me asomo y tomo una foto del lugar con su permiso?
- Sujeto_02 [es decir, él]: No, no puedes! Y como te adentres voy a llamar a la policía. Esto no es Disneylandia, es horrible vivir aquí!
La economía lingüística se valora mucho por allí y creo que el señor se hizo entender. Me sorprendió un poco que no me invitará a tomar un té o algo, con lo bien que había ido. Pero ahora hablando en serio, hay que ponerse en su lugar. Estoy seguro de que a ninguno de nosotros nos gustaría que la gente anduviera husmeando por los alrededores de nuestra casa sin pedir permiso y se adentrara en nuestra propiedad con la excusa de echar una foto. En este caso, el egoísmo de los turistas afecta de manera directa a la vida de una familia por lo que, aunque la foto era preciosa y el señor no muy amable, creo que se ha de respetar la propiedad privada y tratar de empatizar con él. Yo solo era un individuo más, pero a saber la de gente que habrá pasado por allí y lo que habrá tenido que aguantar. Como todo en la vida, habrá quien sea más educado y quien menos, habrá quien haya intentado colarse, etc. No tiene que ser nada fácil gestionar todo eso, día tras día.
En mi caso, colarse no era una opción, entre otras cosas porque por la estrecha carretera que lleva a Saksun caben dos coches en sentido opuesto si se aprietan mucho. Yo conducía un Opel Corsa diminuto y él tenía un tractor tamaño Optimus Prime donde ya únicamente en sus ruedas cabían tres o cuatro como yo. Por lo que ponerme chulito era una idea esféricamente estúpida, lo que significa que es igual de estúpida desde cualquier punto de vista. Podría haber pasado por encima de mí sin ninguna dificultad destruyendo todo rastro de vida a su paso. Y te prometo que me crucé un par de veces con él. Así que yo no entré en su casa, y a él no le dio por emular a Ben-Hur. Me parece un trato justo.
Seguimos donde lo habíamos dejado. De vuelta en Saksun la idea era buscar un encuadre donde se pudiera captar lo bonito que era el lugar. Había visto fotos chulas preparando el viaje, pero para llevar a cabo la idea que tenía en mente tenía que subir un poco. Así que sin saber muy bien donde me dirigía, comencé a subir por una de las laderas que formaban el anfiteatro natural que rodeaba Saksun. Tras unos cuantos minutos de subida llegué a un punto que me podía interesar. Desde allí, se veía el pueblo, su iglesia, el fiordo y justo a mi lado había una cascada. Iba a intentar meterlo todo en el mismo encuadre. El punto está más o menos aquí (GPS 62.249149, -7.172322):

Además, la tarde iba avanzando y con algo de suerte, tal vez podría hacer que algo de la luz del sol se colara por el camino que el fiordo abría entre los acantilados. Había nubes bastante bajas por lo que en el momento que el sol apareciera por debajo es probable que las montañas lo taparan, y no tenía mucha pinta que las nubes se fueran a abrir mucho. Pero había que probar. La foto que resultó de aquí fue la siguiente:

Para abarcar tanto me ayudé de un gran angular y disparé a 15 mm, ya que como ves la escena es bastante amplia. Se trata de una escena de bastante alto contraste por lo que hizo falta más de una toma. No obstante, no me era posible utilizar el trípode. La razón es que la cascada que tenía al lado estaba muy cerca y el viento hacía que se proyectara el agua hacia donde estaba. Por lo que si llego a colocar el trípode para sacar una foto desde ahí hubiera acabado totalmente empapado tanto yo como la cámara. Que sí, que el cuerpo es sellado, pero no sé yo si tanto. Así que plan B. Activé el disparo en ráfaga, activé el bracketing de mi cámara y cuando el viento amainaba aprovechaba para disparar una ráfaga de 3 fotos con 2 pasos de exposición entre ellas. Por lo que el resultado de la foto que tenéis más arriba es el resultado de 3 fotos tomadas a pulso. Teniendo en cuenta como fueron las condiciones de la toma, creo que el resultado es aceptable, espero que os guste.
Y con esto damos por concluida nuestra visita a Saksun y vamos al siguiente destino.
Tjørnuvík
Tjornuvik es un pueblo localizado al norte de la isla de Streymoy (GPS 62.289563, -7.147400) que cuenta con una población aproximada inferior a las 100 personas (ya veis que aquí no se llevan los grandes núcleos urbanos). El pueblo se encuentra en un valle, bien rodeado por montañas. Desde arriba se asemeja a una herradura de caballo, donde el pueblo se sitúa justo en el hueco y al borde de una playa que establece el límite entre lo que es mar y lo que no. Da la sensación de que el pueblo puede quedar sepultado por agua a nada que el nivel del mar suba un poco.
Una de las razones para acercarse a la playa es observar desde la distancia dos formaciones rocosas bastante célebres en las Feroe conocidas como Risin & Kellingin (GPS 62.320558, -7.101999), cuya traducción sería algo así como “El gigante y su mujer”. Y como toda buena formación rocosa que se precie en las Feroe, lleva asociada una buena historia o leyenda.
En este caso, la leyenda cuenta que hace mucho tiempo, un importante brujo islandés envió a un gigante y a su esposa, también bruja, a recuperar las Islas Feroe y traerlas de vuelta a Islandia. Parece que en los mitos nórdicos las Feroe representan el Gibraltar islandés. Estuvieron trabajando toda la noche en la empresa que se les había encomendado, pero cada uno de sus intentos resultó fallido. Como toda criatura nocturna (y mitológica) los rayos del sol tienen un efecto muy pernicioso sobre ellos convirtiéndolos en roca. Por tanto, era de vital importancia que finalizaran su misión antes de que esto ocurriera. No obstante, se encontraban tan enfrascados en conseguir su objetivo que no percibieron que los primeros rayos de sol comenzaban a asomar por el horizonte, dando lugar a que nuestros dos protagonistas acabaran formando parte del Museo de Historia Natural mitológica de las Feroe. La mayor de ellas, Risin, tiene una altura de 71 m mientras que su compañera, Kellingin, tiene una altura de 68 m.
Encontrarlas no es nada difícil, ya que uno no tiene más que llegar a la playa y mirar al frente. La idea era llegar aquí al amanecer para fotografiarlas bañadas en la luz dorada. No obstante, no había tenido mucha suerte con los amaneceres en las Feroe, y ese no parecía que fuera a ser una excepción. Eso, junto con que se me pegaron las sábanas un poco hicieron que llegara algo más tarde de lo que me hubiera gustado. Dado que la luz no era especialmente bonita, y tampoco había un contraste en las nubes que lo hiciera particularmente interesante, me he permitido la libertad de tomarme alguna licencia artística. Aquí el resultado:

La foto es un procesado en blanco y negro, a la que puede que le veas algo raro, y es que los colores de su mitad superior han sido invertidos. De esta forma, aquellos que debería ser oscuro aparece claro y viceversa, dando lugar a un contraste más llamativo. Habrá gente que lo encuentre curioso y habrá a quien le horrorice, como todo, será cuestión de gustos y en este caso, me apetecía probar algo distinto. Lo que sí diré es que para que las rocas se vean de ese tamaño utilicé el 150-600 mm que llevaba conmigo.
El pueblo ofrece la posibilidad de realizar algún trekking, que no completé, así que cogí el coche con la intención de dirigirme a mi siguiente localización, pero no sin antes realizar una última parada. La carretera que lleva a Tjornuvik ofrece una perspectiva interesante de las rocas sobre el mar (GPS 62.295263, -7.128895), pero es que además, la luz que se filtraba entre las nubes creaba un contraste bastante bonito sobre ellas. Las zonas de hierba iluminadas por la luz se alternaban con zonas rocosas más oscuras dando lugar a un patrón bastante interesante. Por tanto, paré el coche y me bajé un momento para realizar una foto. El resultado es el siguiente:


En este caso, una vez más, utilicé el filtro de densidad neutra para alargar el tiempo de obturación haciendo que el agua perdiera textura y quedara como una balsa, pero sobre todo, para otorgar movimiento a las nubes del cielo, que en este caso creo que favorecen la composición.
Tórshavn
Tórshavn es la capital de las Islas Feroe y también su ciudad más grande y habitada con casi 20.000 habitantes. Debido a su magnitud se la considera el núcleo político, económico y cultural más importante del archipiélago.
Los orígenes de Tórshavn se remontan bastante tiempo atrás ya que los primeros asentamientos parece que datan del siglo X a manos de un pueblo inquieto como son los vikingos. Y hablando de vikingos, es uno de sus dioses más famosos el que da nombre a la ciudad, ya que antes de dedicarse a realizar franquicias cinematográficas multimillonarías, el dios del trueno, Thor (el del martillo, la Pataky y los pectorales increíbles) se pasó por aquí para apadrinar a la isla y dejar su nombre en ella. Tórshavn significa, puerto de Thor.
Por todos es conocida la mala costumbre que tiene la gente de matarse entre sí y entrar en guerra, y antes que no había Instagram y había más tiempo libre, mucho más aún. No obstante, la ciudad tiene la virtud de haber sobrevivido intacta a lo largo del tiempo y por tanto, se conservan varios edificios originales del siglo XV y XVI.
Una de las curiosidades que uno puede encontrar en Tórshavn es su parlamento conocido como Tinganes (GPS 62.007879, -6.769253). Para los que al oír la palabra parlamento en seguida han empezado a bostezar, os diré que merece la pena darse un paseo ya que es un lugar bastante curioso. Está considerado el parlamento más pequeño del mundo. Se estima que el parlamento se reunió allí por primera vez durante la era vikinga alrededor del año 825. Se le considera, por tanto, uno de los parlamentos más antiguos del planeta junto con el de Islandia y el de la Isla de Man.
En un principio, Tinganes era el lugar en el que se reunían todos los hombres libres de las Islas Feroe en una asamblea pública conocida como “Althing” para discutir los asuntos que concernían a la comunidad (ya sabéis, Make Feroe Great Again). Con el paso del tiempo fue derivando a un parlamento algo más formal, al que asistían los representantes de cada región local. Aunque inicialmente las reuniones se realizaban al aire libre, posteriormente se trasladaron a uno de los edificios de Tinganes. Actualmente, la oficina del primer ministro se encuentra en uno de los edificios históricos en una zona donde se encuentran además las casas más antiguas de la ciudad, como ya se ha mencionado, de varios siglos de antigüedad.
Tampoco es mi intención redactar una guía detallada de viaje, ya que seguro que hay gente que lo hace mucho mejor que yo, pero el sitio tiene su encanto. Según te vas acercando a Tinganes, la forma y estructura de las casas también lo hacen. Las casas más estandar y actuales, dejan paso a viviendas más tradicionales, madera oscura, ventanas blancas y techos cubiertos de hierba. Es una zona bastante fotogénica. Y un poco más adelante uno llega a la zona de Tinganes, donde resalta sobre todo el color rojo de los edificios. Así que no hay excusa para no darse una vuelta ya que se ve en un periquete.

Aparte de esto, te recomendaría darte una vuelta por la ciudad, con calma. Probablemente no descubras ningún sitio deslumbrante que te quite el hipo, pero es que para eso ya tenéis todas las maravillas naturales que el archipiélago tiene que ofrecer. Sin embargo, tras recorrer muchos kilómetros en coche y madrugar mucho, uno a veces agradece tomarse algún día con algo más de calma. Soy débil, lo reconozco.
Puedes pasear por el puerto, visitar su catedral, que es bastante curiosa, e ir andando hasta un fuerte construido para proteger la ciudad. Allí, además de un faro se pueden encontrar varios cañones que se utilizaron en el crucero de batalla (más tarde reconvertido en portaaviones) HMS Furious para defender la isla de los alemanes. Vestigios de la ocupación británica durante la segunda guerra mundial.
Pero si hay algo que sí os recomendaría hacer durante vuestra estancia en Tórshavn, al menos si os gusta disfrutar de las posibilidades gastronómicas de los lugares que visitáis, como a mí, es comer en alguno de sus restaurantes. Después de varios días comiendo a deshoras o cuando mi planning me lo permitía, era un buen momento para saborear una cena agradable. Disponía de una reserva para uno de los restaurantes más recomendados de las Feroe, el Aarstova.
Comer en las Feroe es caro, y este sitio no es una excepción. No obstante, el lugar es muy recomendable. El sito es muy acogedor, asentado sobre un edificio de madera con aspecto de restaurante familiar que además está exquisitamente decorado. Hasta el último detalle. El servicio es impecable, es espacioso, bastante silencioso y lo más importante, al menos para mí, la comida está muy rica. El plato estrella es el cordero que se cocina durante varias horas para que quede extremadamente jugoso. Y doy fé que lo está, ¡un escándalo!

No es mi intención dar envidia (bueno, a ver… un poquito tal vez), por lo que no me extenderé mucho más aquí. Pero si tienes curiosidad por saber más, te recomiendo que te des un paseo por mi web donde podrás encontrar más información, y más fotos del lugar.
Ahora sí, con esto acabamos con la isla de Streymoy. Espero que te haya gustado la visita y te veo en la siguiente entrega.
3 Comments
¡ESPECTACULAR! como todo lo visto hasta ahora, imágenes, texto, localizaciones. Un gran trabajo, gracias por compartirlo.
Un saludo y cuidaros mucho
¡Muchas gracias César!
Desde luego Mikel es tan buen escritor como fotógrafo. Gracias a ti por leerlo.
Cuídate amigo y un abrazo
Asi da gusto escribir. Muchas gracias por tus palabras me alegra que te haya gustado. Un saludo!