Recuerdo el día en que cayó en mis manos mi primera cámara “seria”. Pese a ser la gama de entrada a las reflex (una Nikon D3000)… ¡era una reflex! Y eso era lo más. La sensación era muy extraña, mezcla de ilusión, miedo y responsabilidad. Ilusión porque siempre había querido tener una buena cámara, y aquella me parecía de lo más profesional. Miedo porque no tenía ni idea de fotografía ni de qué hacer con tantos botones y ruedas. Y responsabilidad porque una cámara de 400€ era muy cara para alguien recién titulado. Quién me iba a decir que eso es casi lo mismo que vale el objetivo más barato de los que tengo ahora… 😀
¿A quién le molesta sentir ilusión? A nadie, ¿verdad? Lo de la responsabilidad era fácil, yo soy muy cuidadoso e iba a tratar la cámara como mi niña mimada. Dos puntos aclarados. Faltaba lo que más cuesta siempre: afrontar el miedo. Tenía muy claro qué me lo estaba provocando: la inseguridad que produce ser consciente de la falta de conocimientos. Y eso sólo se podía solucionar de una forma: aprendiendo para saber hacer fotos cuando llegase el momento de hacerlas.
Es más fácil decirlo que hacerlo. Empiezas a ver fotos de otros fotógrafos y te preguntas, ¿cómo ha llegado a hacer eso? ¿Podré conseguir yo fotos así algún día? Si esa persona ha podido, ¿por qué no voy a poder yo? Todo es ponerse, ¿no?
Como en todo, hay gente que nace con el don de hacer bien las cosas. Sin haber aprendido tiene ese “arte” de forma innata. Es lo que solemos decir “tener buen ojo”. Para los que no somos tan afortunados, existe lo que se llama “entrenar el ojo“. Poco a poco, a base de consumir (buena) fotografía, con práctica y perseverancia vamos mejorando sin darnos cuenta.
Ok. Ya hemos puesto los pies en el suelo. Sabemos que nos tocará echar nuestras horas de estudio y práctica si queremos conseguir nuestra meta. El problema es… ¿por dónde empiezo? Hay tantísimo que aprender que te sientes abrumado: técnica, procesado, composición, reglas, color, especialidades fotográficas, objetivos, accesorios, creatividad, luz artificial… ¿En qué orden aprenderlo? ¿Todo a la vez? Y por si fuera poco, miles de canales donde obtener información: foros, YouTube, academias, cursos específicos, videotutoriales… Booom!!! En este punto es fácil sentirte sobrepasado y querer echar la toalla…
Tranquilidad. A día de hoy yo sigo aprendiendo y formándome tanto como puedo, es algo que nunca vas a dejar de hacer. Pero como te decía, yo ya pasé por esa fase inicial tan desbordante. Es por eso que te voy a contar cómo estructuraría mi aprendizaje a día de hoy. No es una verdad universal, y tampoco es que tengas que seguirlo en este orden estricto, pero creo que te puede orientar en esa primera fase hasta que cojas tu propia inercia y vayas viendo tus debilidades para centrarte en ellas y fortalecerlas poco a poco.
1- Técnica básica y manejo de la cámara
Bajo mi punto de vista, ambas cosas deben aprenderse a la vez. Es decir, no tiene sentido aprender a manejar una cámara sin entender los conceptos base de la fotografía como el triángulo de la exposición. Y a su vez, siempre te será más fácil aprender estos conceptos cámara en mano, sabiendo cómo cambiar el diafragma, la velocidad y el ISO.
Por tanto: aprende a exponer, a medir la luz, a enfocar, a ajustar el balance de blancos, etc. con la cámara y el manual de instrucciones en mano. Eso es lo más básico, los cimientos por donde todos deberían empezar.
Para entender el funcionamiento de las cámaras te recomiendo un curso súper antiguo, pero que sigue siendo igual de válido (¡y gratis!): curso Trípode en YouTube.
Cuando seas capaz de tomar fotos en Manual o en un modo semi-automático (prioridad a la apertura o a la velocidad) sabiendo desde dónde cambiar los parámetros sin tener que pararte a pensar, será hora de pasar al punto 2.
De todos modos, a estas alturas todavía no sabrás ni la mitad de cosas que puede hacer tu cámara. Hoy en día más que cámaras tenemos auténticos ordenadores, con automatismos muy potentes que pueden facilitarte la vida siempre y cuando sepas cómo usarlos. Cuando leas cosas como “bracketing“, “focus stacking” o “multiexposición” vas a querer tirarte de los pelos. Pero bueno, todo eso lo irás aprendiendo sobre la marcha, a medida que vayas teniendo necesidades. Una vez más, lo mejor es recurrir al gran olvidado: ese tocho de papeles que viene dentro de la cajita tan mona que abriste con tanta ansia y que apartaste a un lado para sacar tu flamante cámara. Tranqui, lo hemos hecho todos 🙂
2- Entender cómo funciona la luz
Los que aprendemos fotografía en la era digital es fácil que pensemos que las fotos son sólo un conjunto de píxeles. Pero no.
El término “fotografía”, de origen griego, se define según Wikipedia como el arte y la técnica de obtener imágenes duraderas debido a la acción de la luz. Las cámaras, desde el último modelo sin espejo hasta la más antigua de las químicas, se encargan de captar luz. Por tanto, si la cámara es nuestra herramienta, la luz es nuestro ingrediente principal. Todo se reduce a la luz. Sin luz no hay foto que valga.
Creo que ha quedado bastante clara su importancia. Tendremos que entender cuáles son sus propiedades, ¿no? La luz que tengamos hará que las sombras sean de una determinada manera (suaves / duras), generará más o menos volumen y contraste, e incluso cambiará el tono de los colores (su brillo, contraste y saturación). Por eso, es importante entender cómo afecta a nuestra foto.
En fotografía de paisaje la luz nos viene dada por el sol (o la luna). Sabemos que las horas crepusculares son las más adecuadas para fotografíar (salvo que se busque algo concreto que implique una luz de mediodía), ya que tenemos más volumen, suavidad y unos tonos más bonitos. Podemos aprender muchísimo con sólo observar a lo largo del día cómo varía nuestra percepción de las cosas según la luz que le de. También fijándonos en fotos y cuadros que veamos y que nos gusten especialmente. El ojo de un fotógrafo nunca descansa, aunque no llevemos cámara siempre hemos de estar analizando.
En fotografía de estudio y retratos con luz artificial somos nosotros los que elegimos qué luz queremos. Por tanto, somos los directores de la orquesta y necesitaremos entender todavía más el funcionamiento de la luz para ponerla a nuestro gusto. Tendremos que saber qué efecto tiene si elegimos una fuente de luz grande o pequeña, qué hacen los distintos modificadores, cómo le afecta la ley inversa del cuadrado, qué diferencia hay entre luz contínua o flash y qué sucede cuando combinamos luz natural con artificial.
En el punto 1 habremos aprendido a hacer fotos técnicamente perfectas (bien enfocadas, sin trepidación, con el menor ruido posible, un balance de blancos adecuado…). Ahora bien, una foto técnicamente perfecta puede quedarse en mediocre si la luz no es la adecuada. En cambio, si elegimos bien la luz tendremos mucho camino avanzado para conseguir nuestro fotón.
No te pares aquí y sigue leyendo porque el siguiente punto es igual de importante.
3- La composición
Ok, nuestra técnica es impecable y tenemos una luz ideal de la muerte, pero… ¿da lo mismo cómo encuadremos? Obviamente, no.
¿No te ha pasado nunca que has visto una foto que te encanta pero que no sabes por qué? Muy posiblemente sea por su composición. La composición trata de estudiar cómo funciona nuestro cerebro para saber qué hace que una cosa capte nuestra atención mientras que otra no. Con una buena composición guiaremos la mirada del espectador por el encuadre y lo atraparemos.
Llegados a este punto, seguro que habrás oído hablar de la regla de los tercios, y también que las reglas están para romperse. Para volverse loco… ¿las seguimos o no? Mi consejo es que te dejes de reglas y te centres en aprender composición pura y dura. Las reglas no son más que unos extractos que tratan de simplificar y generalizar algunas de las teorías de la composición, cuando pueden no estar reforzando el mensaje que queremos transmitir. La composición es un tema mucho más complejo que esas simples recetas.
Hacer una foto parece sencillo. Basta con pulsar un botón, ¿no? (nótese la ironia). Pero si queremos que funcione de verdad, como fotógrafos hemos de tomar un montón de decisiones:
- Qué entra en nuestro encuadre y qué dejamos fuera. Básicamente, todo lo que no suma, resta. Así que hay que acostumbrarse a ser minimalista y quitar todo lo que no sea necesario.
- Cómo situamos los distintos elementos en la escena. No es lo mismo colocarlos en el centro que en una esquina, ni que un modelo mire diréctamente a cámara o que lo haga hacia un lado.
- Cómo combinan los colores entre ellos: si armonizan, si contrastan o si no pegan ni con cola.
No hay una forma correcta de hacer las cosas, sino que en función de lo que quieras contar en tu fotografía te interesará montarlo de una forma o de otra. Si tu intención es transmitir calma y eliges una luz y unos colores contrastados no estarás reforzando ese mensaje. De ahí que no se pueda seguir una simple receta que nos diga cómo una foto está bien o está mal. Si acaso, algo básico que puedes aplicar siempre es que nuestros ojos se sienten atraidos por aquello que es más brillante, contrastado y/o saturado.
Como ves, la composición es un tema complicado que nunca se deja de aprender. Si quieres profundizar te recomiendo el libro del compañero Fran Nieto y que ya analicé anteriormente en el blog.
4- Técnica y trucos específicos de cada disciplina
Hemos ido adquiriendo conocimientos genéricos y a medida que practicas te vas sintiendo atraído por una disciplina fotográfica: paisajes, street, retratos, fauna, bodegones… Es hora de profundizar hacia la que más te guste, porque cada especialidad tiene sus trucos para hacer que las fotos destaquen. Como se suele decir, “cada maestrillo tiene su librillo” .
Por ejemplo, en paisajes decíamos que se suele usar una luz crepuscular, como también es un buen consejo incluir un primer plano potente o una figura humana que sirva de referencia y dé escala a lo que fotografiemos. En retratos aprenderás que por norma general queda mal si los ojos no están enfocados, y que si el modelo está ladeado, el ojo enfocado debe ser el más cercano a la cámara. También que si quieres realzar los músculos debes usar una luz dura en vez de una suave.
Si te fijas, todos esos consejos no dejan de ser reglas basadas en la iluminación y la composición, pero están aplicadas a casos específicos de cada disciplina.
Aunque aquí no sólo aprenderás eso. Depende del tipo de foto que queramos hacer tendremos que configurar nuestra cámara de una forma u otra. Los paisajistas solemos disparar en enfoque de punto único y disociar el enfoque, de manera que el botón de disparo sirva sólo para disparar y para enfocar se usa el botón AF-L. Los de fauna tendrán que conocer bien cuál es la configuración de autoenfoque que mejor funciona con su cámara para no perderse ni una foto.
Ya que hablamos de fauna, hay que aprender muchas más cosas que no tienen que ver con fotografía sino con el comportamiento de cada especie. ¿A qué hora se les puede ver? ¿Donde? ¿Son asustadizos? En paisaje pasa lo mismo, ¿cómo afectan las distintas estaciones a los árboles? ¿Y a los ríos?
Los foros te serán de bastante ayuda, aunque la información está desperdigada. Si realmente quieres aprender, lo mejor es que asistas a un workshop o taller del fotógrafo que más te guste para aprender de primera mano de un experto. Cerciórate antes de que sea tan bueno explicando como haciendo fotos, porque algunos se callan sus secretillos…
5- Revelado y post-procesado
Muchos hemos pasado del punto 1 (conocer lo mínimo para poder hacer fotos) al 5 buscando un atajo. Pensamos que sabiendo manejar una cámara, con darle caña en el ordenador haremos que destaque. Sin embargo, nos habremos saltado por el camino los puntos 2, 3 y 4 que son los que realmente importan.
No quiero decir que el post-procesado sea irrelevante. Al contrario, ¿por qué si no iba a ofrecer clases y videotutoriales? Soy de los que piensa que la foto no está acabada hasta que no le damos caña en el ordenador. Pero no debe ser nuestra prioridad al inicio.
Para empezar, basta con tener nociones básicas de revelado para las fotos que vayas haciendo. No vas a esperar durante años para ver acabadas tus primeras fotos, ¿no? Pero no es necesario que profundices más allá de eso. Hazte la siguiente reflexión: una foto siempre podrás re-editarla más adelante cuando sepas hacerlo mejor, lo que no podrás es volver atrás en el tiempo para hacer de nuevo esa foto con una mejor composición. De ahí que se recomiende no deshacerse nunca de los RAW, porque con el tiempo tendrás más conocimientos y el software también habrá evolucionado para dejar mejor acabadas tus fotos.
Un procesado avanzado debe entenderse como la guinda del pastel, la tarea final que nos permita potenciar nuestras fotos y sacarles el máximo partido, fotos que deben estar bien ejecutadas previamente, y no como un arreglo para fotos mediocres. Debe estar dirigido a seguir potenciando la intencionalidad del autor. ¿Qué queremos transmitir? ¿A dónde queremos guiar la mirada? Por último, y no menos importante, será lo que ayudará a aportar nuestro sello a las fotos, a marcar nuestro estilo y que sean más reconocibles.
6- Fomenta la creatividad y la fotografía de autor
Decía al principio del artículo que no debían seguirse los pasos que he marcado en un orden estricto, y este punto lo demuestra. La creatividad no es menos importante ni algo que haya que dejar para el final. Ya desde un principio puedes tratar de buscar encuadres originales y puntos de vista distintos.
Sin embargo, cuando empezamos en fotografía es fácil pensar que estamos siendo creativos haciendo fotos “distintas” cuando realmente estamos haciendo una mala foto. La línea que las separa es muy fina. Por eso creo que primero debe aprenderse cómo hacer bien las cosas para luego buscar esa creatividad. Usar la creatividad en busca de una fotografía de autor, más personal, considero que es una fotografía madura a la que se llega con el tiempo, después de haberte aburrido de hacer fotos convencionales, y no algo que se deba intentar desde un inicio. Sólo te diré que tras más de 5 años tomándome en serio la fotografía aun no considero que esté capacitado para entrar en esta fase de aprendizaje.
Si ya estás en este escalón, hay dos libros que puedo recomendarte:
- El proyecto fotográfico personal, de Rosa Isabel Díaz
- Fotografía de autor, de José Benito Ruiz
En fin, ya he soltado todo lo que me gustaría que me hubiesen dicho desde un principio en vez de ir a las bravas picoteando de aquí y de allá. Me hubiese ahorrado mucho tiempo de ir de un lado para otro y habría aprendido de forma más ordenada, consiguiendo antes mejores resultados. Ahora releyendo el tocho veo que quizás me haya quedado un poco en plan “abuelo cebolleta”, pero no es mi intención sentar cátedra, sino demostrar una vez más que nadie nace enseñado y compartir reflexiones en voz alta según yo veo las cosas.
¿Y tú qué opinas? ¿Lo harías de otra forma? ¿Añadirías algo?
4 Comments
Magnífico artículo. Creo que resumes de manera excelente el camino que cualquier fotógrafo debería seguir desde sus inicios hasta conseguir ese sello personal. Me he visto completamente reflejado en tus palabras. Felicidades
Muchas gracias por tu comentario Luis, me alegra que te haya gustado! Un abrazo
Estan claras las ideas, los pasos, este finde pasado salí con el sobrino a hacer sus primeras fotos, en la linea que marcas. Le paso el enlace y que vea de un “maestro” lo que le avanzó su tio.
Saludos cordiales Jorge
¡Qué suerte tener en casa savia fresca con la que compartir afición y conocimientos, JuanRa! Debe ser muy bonito, así que ya sabes, a transmitirle todo lo aprendido durante años 😉
Un abrazo