La fotografía es como la comida: un solo ingrediente no hace el plato, pero una buena combinación lo hace exquisito. Para hacer una buena paella no basta con tener un arroz de calidad. La carne debe ser buena, la verdura también, no te olvides el azafrán, y la sal… ¡Ay la sal! Tienes que ponerla en su justa medida. Cuando lo que cocinas es una foto, sucede lo mismo.
De eso te voy a hablar en este artículo, de cómo cociné una de mis últimas fotos. Normalmente se explica cómo se ha planificado, o cómo se ha editado. ¿Y lo que hay entre medias? Su proceso creativo, la toma de decisiones antes y después de la sesión… Pocas veces se habla de esto, y es igual o más importante que el resto de cosas.
Pongámonos en contexto
Íbamos a pasar las Pascuas en Extremadura, así que buscamos un sitio en el que parar a mitad camino y el elegido fue Ocaña (Toledo – España). Había echado un vistazo a lo que podíamos encontrar por allí y lo que más me llamó la atención fue su Plaza Mayor.
Es una plaza con encanto, me recuerda a la de Salamanca. De estilo barroco, se empezó a construir en el año 1.777 bajo el reinado de Carlos III. En 1.791 sólo tenía 3 de las 4 fachadas (le faltaba orientada al sur), y así se quedó durante más de siglo y medio.
Como habíamos estado visitando la plaza por la mañana, ya tenía decidido que quería encuadrar el ayuntamiento entre medias de los soportales (GPS 39.958695, -3.500427). Mi cabeza se imaginaba la plaza vista a través de sus soportales, en plena hora azul con las luces cálidas de las farolas dando ese contraste que nunca falla… Lo que descubrimos al llegar es que en Ocaña la Semana Santa es una fiesta de las gordas, lo que a su vez se traduce en gente a diestro y siniestro.
Primer intento: por la tarde en hora azul
Fotografiar los monumentos como si estuviesen completamente vacíos es bastante complicado, y hace tiempo que estoy intentando añadir el elemento humano a mis fotos de manera que aporten escala e interés. Pero una cosa es colocar a una persona o un grupo en la escena y otra que se crucen por el encuadre de manera totalmente desordenada… Como ya sabía a lo que me iba a enfrentar, fui con la mente abierta esperando a que se produjera alguna situación interesante.
Corrillos parloteando en medio de la plaza, gente que iba y venía… Lo único gracioso fue pillar a este padre jugando al escondite con su hija mientras la madre les observaba:

Para destacar a la niña le cambié el color del vestido, que originalmente era rosa pálido y casi se fusionaba con el pilar. El cielo azul, el padre de rojo, la madre de amarillo… le tocaba ser la ficha verde 😄
Como el arco de la derecha quedaba flojo y rompía la simetría al no tener farol, opté por centrarme en el arco del medio y esperé a que llegasen mi nuevos protagonistas:

También aproveché para sacar la plaza sin gente en el primer plano:

Comparando esta foto con las anteriores, coincidirás conmigo en que el punto humano le aporta interés a la escena. Eso sí, siempre que su sitio en el encuadre sea el adecuado.
La noche siguió abriéndose paso, el cielo estaba ya demasiado oscuro para mi gusto y la iluminación era mala para congelar el movimiento de la gente. No podía sacar gran cosa más, y con lo que había hecho me daba por satisfecho. Llegados a este punto podía dar por terminada la sesión… ¿O no?
De repente vi cruzar la plaza a un grupo de nazarenos que venían hacia donde yo estaba. ¡No fastidies! Yo que había empezado a recoger… Monté de nuevo todo y sin tiempo para ponerme a configurar la cámara les hice una foto.

Tarde y mal… Luz mala y encima salieron movidos. Tendría que haber subido ISO para congelar el movimiento. De haber tenido tiempo, claro… ¡Qué rabia me dió! Esperé un poco pero ya no vino ninguno más. Estos debían llegar tarde a la concentración.
¿Conoces esa sensación de haber conseguido la foto que buscabas y darte cuenta de que podrías haber hecho una mucho mejor? Pues eso, me fui fastidiado de camino al hotel. Tenía fotos de la plaza en hora azul, había conseguido poner gente en el encuadre, pero si en vez de gente cualquiera hubiera sido un nazareno… ¿Debería haber pedido a alguno que posara? Pues sí, no te creas que no me arrepentí. Como consuelo me quedaba que la luz ya era pésima y que sus trajes marrones apenas se distinguían del resto de la plaza.
Segundo intento: al amanecer
No sé si es correcto llamarlo segundo intento porque no fue algo buscado, pero bueno. Cuando me desperté al día siguiente salí del hotel para que Campa y Dori (mis dos podencas) hiciesen sus cosas y decidí coger la cámara por si veía algo interesante. Me acerqué de nuevo a la plaza. Un grupo de protección civil organizándose para los eventos del día, un abuelo sentado en un banco, barrenderos… A todo esto el cielo liso, sin mucho interés.
Estaba yo haciéndole fotos a mis chicas cuando de repente… ¡no puede ser! Un nazareno con traje morado cruzando la plaza. Rápidamente me fui a la misma posición del día anterior, y en cuanto pasó por mi lado ni lo dudé: “Disculpe, ¿le importa que le haga una foto?” El hombre muy amable se puso debajo del arco y le saqué la foto.

La hice con la emoción del que le toca la lotería pero a la vez siendo consciente de que no iba a ser mi foto soñada. ¿Por qué? Simple y llanamente: faltaban ingredientes…
Combinando ingredientes
Aquello me dejó con un sabor agridulce, y días después todavía le daba vueltas. Cada vez que revisava las fotos en la tarjeta me lamentaba de no haber podido hacer la foto que llevaba en la cabeza. Cuando volvimos a casa y las revisé en el ordenador, otra vez lo mismo. Hasta que dije… ¿y si fusiono la foto en hora azul con la que le hice al nazareno por la mañana? Si juntaba las dos fotos tendría la combinación perfecta de ingredientes:
- El lugar: la Plaza Mayor de Ocaña, de estilo barroco
- La luz: hora azul contrastando con las luces cálidas de las farolas
- El momento: fiesta tradicional de Semana Santa
- El protagonista con atrezzo acorde: un nazareno con su capirote
No suelo hacer fotomontajes primero por pereza, segundo porque no tengo muchos conocimientos y tercero porque me falta imaginación para buscar elementos que combinen bien. En este caso ya tenía el trabajo medio hecho, todo era ponerse a sacar el nazareno de una foto y ponerlo en la otra. Siempre hay algo de polémica con estos temas, pero como suelo decir, mientras no se mienta… en fotografía artística cada uno que haga lo que quiera.
Con esta premisa, me puse manos a la obra y aquí está el resultado:

De dos fotos que por sí solas estaban cojas, conseguí una que sí resumía a la perfección cómo son Ocaña y sus tradiciones.
¿Qué te ha parecido el resultado? ¿Crees que merece la pena o es mejor quedarse con lo que se hace en el momento?
2 Comments
Por supuesto la foto mejora mucho con estos dos ingredientes, la plaza en hora azul y el nazareno posando.
Tan sólo la sombra debajo del nazareno no haya quedado muy realista y se deja notar demasiado el montaje.
Aunque ya quisiera yo conseguir esa foto !!!
Enhorabuena, Jorge !!!
Gracias Vicent!! Queda mucho por aprender todavía, jeje. Un abrazote!