Uno de los propósitos que me planteé para este año fue fotografiar sitios de mi entorno y descubrir rincones con encanto. Es una vergüenza que tenga más fotos de cualquier país extranjero que de aquí, así que decidí ponerle remedio.
Es algo habitual: tenemos maravillas naturales y culturales a las que no prestamos atención porque al tenerlas cerca podemos ir en cualquier momento. Pero nunca vamos. No nos damos cuenta de lo privilegiados que somos de vivir en España, donde tenemos a nuestro alcance a pocas horas de viaje paisajes de lo más diferentes que poco o nada tienen que envidiar a otros destinos mucho más lejanos. El Torcal de Antequera, las Bárdenas Reales, las salinas de Torrevieja, el Delta del Ebro, los Picos de Europa o la Costa Quebrada por nombrar algunos. Es una verdadera lástima que no aprovechemos algún finde o puente del año para realizar alguna escapada y descubrir nuestra tierra.
Así es como uno de esos días sin plan, buscamos qué teníamos cerca y descubrimos el Castillo de Almonecir.
Ubicación
El Castillo de Almonecir (GPS 39,54.2781N, 0,26.8134W) se encuentra en el interior de la provincia de Castellón, en el Parque Natural de la Sierra de Espadán. Concretamente pertenece al término municipal de la Vall de Almonacid (desde donde nosotros empezamos la ruta), y también está cerca de Algimia de Almonacid.
Todos los pueblos de alrededor guardan un encanto especial gracias al enclave en el que se encuentran, donde todavía es posible disfrutar de la naturaleza.
Historia del Castillo de Almonecir
Originalmente, el Castillo de Almonecir fue un monasterio fortificado (ribat) construido por los musulmanes a principios del siglo XII. De hecho, su nombre proviene de derivaciones hechas a partir de la palabra Al-Munastir. Allí vivían monjes guerreros musulmanes llamados murábitin.
En el año 1238 el castillo ya había sido reconquistado por los cristianos, y Jaime I se lo donó al obispo de Barcelona. Después se fueron sucediendo los propietarios, pasando de manos de un noble a otro. Finalmente, en el siglo XVI todos los moriscos ya habían sido expulsados y la región quedó despoblada, por lo que el castillo dejó de tener funciones militares, y en 1610 se comenzó la repoblación con familias aragonesas.
Actualmente el castillo está en su mayor parte en ruinas. Tan sólo quedan algunos muros y la llamada Torre del Homenaje, una torre de reciente rehabilitación que destaca en lo alto de la montaña desde la lejanía. Uno de los lados es curvo, y consta de cuatro plantas.
Excursión al Castillo de Almonecir
El fin de semana iba a ser un día propicio para ver la Vía Láctea, y dado que no teníamos nada que hacer, me puse a localizar algún hito que poder fotografiar. Después de algunos cálculos decidimos pasar la tarde del sábado al interior de Castellón, en busca de un castillo en ruinas que con suerte sería el sujeto para mi foto nocturna.
Para ello condujimos hasta la Vall de Almonacid (GPS 39,54.1641N, 0,27.4863W), un pequeño pueblo que se encuentra a una hora exacta desde Valencia (65km). A medida que nos aproximábamos a la población veíamos en lo alto de la montaña los restos del castillo.
Una vez aparcado el coche nos fuimos a buscar el inicio de la ruta circular que lleva al castillo. Justo allí está el restaurante La Palanca (GPS 39,54.1867N, 0,27.2787W), sitio en el que debes pedir las llaves para entrar a la Torre del Homenaje. Resulta muy curioso que te faciliten unas llaves para acceder a un monumento de la población así como así. Bien es cierto que debes dejar el DNI como depósito, pero no deja de ser chocante.
Después reanudamos la marcha por una senda muy bien indicada que lleva en ascenso hasta el castillo. Subir nos costaría unos 15 minutos. La distancia es bastante corta pero la subida es algo pronunciado en algunos tramos. Durante el trayecto fui estudiando en todo momento posibles encuadres y calculando con la realidad aumentada de PhotoPills.
Finalmente alcanzamos la cima. Ahí estaba la altiva Torre del Homenaje.
EXIF: 24mm | F/11 | 1/125″ | ISO 125 (con polarizador)
Con las llaves que nos habían prestado abrimos el candado de la puertecita y accedimos al interior. Realmente hay poco que ver, tan sólo subir las angostas escaleras e ir disfrutando de las vistas paisajísticas de las montañas y pueblos de alrededor. Además, desde arriba los restos de los muros permitían hacerse una idea de cómo estaba delimitado el castillo en su día.
EXIF: 34mm | F/11 | 1/400″ | ISO 100 (con polarizador)
Como ves hacia un lado el cielo estaba despejado pero hacia el otro se acercaban unas nubes que amenazaban con dar al traste mi primer intento de fotografiar la Vía Láctea este año. El pueblo que hay al fondo es la Vall de Almonacid.
Merodeamos un poco por los alrededores buscando posibles encuadres. Finalmente esta fue la vista del castillo que más me gustó:
EXIF: 15mm | F/11 | 1/200″ | ISO 100 (bracketing 2 tomas)
De vuelta al pueblo entre olivos
Seguimos la ruta por donde nos marcaba el sendero, andando entre impresionantes campos de olivos.
EXIF: 15mm | F/11 | 1/125″ | ISO 100
EXIF: 15mm | F/11 | 1/250″ | ISO 200
Faltaba poco para el atardecer y sinceramente no sabía qué hacer. Podía quedarse una tarde bonita, pero si volvíamos atrás no sabía si llegaría a tiempo. Además seguramente tuviésemos que volver a subir de noche… Así que decidimos seguir andando a ver qué encontrábamos. De vez en cuando el camino nos sorprendía con bonitas vistas:
EXIF: 21mm | F/11 | 1/200″ | ISO 200
Más adelante llegamos al cartel que marca el camino al castillo para los que empiezan la ruta desde Algimia de Almonacid:
EXIF: 22mm | F/11 | 1/100″ | ISO 200
¿Te das cuenta? Hacia un lado despejado y hacia otro completamente nublado… Abandoné toda esperanza de hacer alguna foto en condiciones. De haber sabido el atardecer que se iba a quedar hubiese vuelto al castillo. Pero no, pusimos rumbo al restaurante para devolver las llaves y esto es todo lo más que pude hacer:
EXIF: 30mm | F/11 | 1/320″ | ISO 400 (bracketing 2 tomas)
EXIF: 18mm | F/11 | 1/30″ | ISO 100 (con trípode, bracketing 2 tomas)
Una verdadera pena no haber estado en el castillo con ese cielo en el horizonte. Además a partir de ahí se nubló completamente por lo que fue imposible fotografiar la Vía Láctea. Dejando eso de lado, disfrutamos de la tranquilidad y las vistas que nos ofreció esta ruta de unos 5,87km (puedes verla en wikiloc). Y como no podía ser de otro modo, pusimos la guinda al pastel cenando en el restaurante.
La comida estaba muy buena, pero lo mejor fue la amabilidad de la camarera. Tenían el restaurante lleno y por norma sólo sirven comida en el interior. Sin embargo, nos dio servicio en la terraza sin problema.
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